Animal cautivo

Hay que asumir que se es un animal, cautivo, entre los límites poco claros del espacio cibernético, universal, dudosamente real. Soy un animal... sólo tengo esa certeza y no me queda otra alternativa que escribir poesía para humanizarme. Tal vez debo decir solamente Escribir. Sé que no es la mejor manera para instalarse en un blog dispuesta a cazar espíritus. Pero tengo un hambre de pasión metafísica que convierte en Dios todo lo que toco.

lunes, julio 23, 2018

Animalia, sinónimo de Reino Animal


Presentación de "Animalia, La Gran Fuga y otros cuentos", 
de Lila Calderón




Por Gustavo Barrera Calderón, julio de 2018



Bestiario o fabulario, en "Animalia, La Gran Fuga y otros cuentos", Lila Calderón pone su atención en animales que no acostumbramos encontrar en los cuentos. Es una reivindicación de los que quedaron apartados por sus diferencias, por su belleza fuera de norma. Un mamut que se esmera en usar patines sobre el hielo, una babosa que sufría las burlas de sus compañeros en el colegio, un murciélago que deseaba disfrazarse de ángel para asistir a una fiesta, una luciérnaga con insomnio que ofreció reemplazar a la luna para que ésta pudiera descansar por una noche, un viaje de tiranosaurios al Amazonas, engañados por sus padres con paisajes falsos para hacerles creer que viajaban, sin confesarles que las aerolíneas se negaban a transportarlos, un niño de Altamira que intentaba retratar a un bisonte en extremo vanidoso, un niño que era amigo de las lombrices, princesas de la tierra, y prefería su compañía a la de los humanos, un pingüino que descubre la fotografía como un proceso mágico, y un zorro que, por querer pasarse de listo, se traslada a la gran ciudad, lugar de pillaje donde hasta pierde lo más preciado que tenía: su piel. A estas historias se suma la gran fuga de animales que se unen en el zoológico con el propósito de repartirse por el mundo buscando su propio destino, hartos de la vulgaridad y malos tratos que recibían prisioneros de los humanos.

Se vale de todos sus recursos para encantar y compartir escenas y atmósferas con un imaginario que siempre nos trae preparada alguna sorpresa. Memorables son los mamuts que se ordenaron en fila y quedaron congelados hasta convertirse en una cadena de montañas, posiblemente la cordillera de los Andes o la jirafa que testigos aseguraron ver corriendo con sus tacos altos en la huida, mientras un elefante ayudaba a los caimanes y a los peces a bajar al río Mapocho. Hay una gran intensidad poética en las descripciones y una visión tangencial de los hechos en los que intervienen numerosos testigos ocasionales que aportan una buena dosis de humor.  (El pequeño mamut) era inmensamente feliz practicando sus bailes ingrávidos. Se sentía liviano y presentía la armonía universal. Aseguraba que las nubes y las estrellas eran de agua, al igual que el hielo. Su mamá prefería no discutir las ocurrencias de su hijo, porque no estaba segura.

Cada uno de los cuentos invita a vivir un proceso de transformación junto a los protagonistas:
Cuando el profesor entró a la sala de clases y pasó la lista, Babosa sacó su potente voz y dijo: “¡Presente, Señor!” Entonces el profesor, muy extrañado, se acomodó los lentes, lo miró y descubrió que una luz azul le salía de todo el cuerpo. Era una especie de magnetismo que lo protegía y defendía con una fuerza superior a la de una casa.

Tuve el placer de conocer versiones de algunas de estas historias en 2002 y me sorprendió luego,  con el correr de los años, cómo Lila Calderón fue visionaria en la inclusión de temas sociales y personales tan fundamentales que, hasta entonces, no veían su reflejo en publicaciones de libros para niños.

Estos cuentos me muestran a Lila como un hada madrina que se vale de personificaciones, escenas cotidianas, coloridos y texturas en un esfuerzo incesante por recuperar la magia, con una sabiduría que no está ausente de fiestas, juegos y risas. Invita a desarrollar las habilidades que cada uno tiene y ser fiel a la propia identidad, pero antes, es un viaje para conocerse y descubrir cuál es esa identidad. Cuál es el aporte que puede hacerse a partir de las diferencias, expandir en lugar de constreñir, explorar en lugar de amoldar o reprimir.

 –Yo sé que la gente me encuentra feo –se decía–, pero eso no es culpa mía. Somos diferentes; los ángeles son de la luz y nosotros de la noche, pero no es como para que griten de horror cuando nos ven... Reflexiona Murci el murciélago, y junto a él me dejo llevar y me hago parte en esta entretenida fiesta de animales y disfraces.



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