El traje de los murciélagos
("Rhapsody", de Shoshanah Jennings)
El traje de los murciélagos
La fiesta de disfraces estaba por iniciarse y el príncipe de los murciélagos aún no tenía en su poder el traje que usaría aquella noche. La vestuarista estaba desesperada, porque el maravilloso disfraz de ángel que Murci le había encargado, ya iba en su cuarta versión y no lograba satisfacerlo.
–¡Pero, por qué estos brazos tienen una medida anormal!, le preguntaba a Mary, que era la mejor diseñadora de modas de la ciudad.
–No te enojes Murci –le decía ella–, parece que ya te olvidaste de todo... se te alargaron los brazos cuando te quedaste dormido en la ducha colgando de la cortina del baño.
Efectivamente, los brazos tenían una medida anormal y le quedaban las mangas cortas. No se conseguía nada con alargarlas poniendo entrecintas y bolillos. Las garras de Murci se asomaban por todos lados y dejaban ver sus dedos unidos a pavorosas y negras membranas. Él opinaba que tenía todo para ser un ángel. Volaba maravillosamente, era etéreo y ágil como ninguno. Entonces por qué.
–Porque tú eres un murciélago y no un ángel –le decía Mary. Tú y ellos son de especies distintas.
A la hora de probar la aureola, las orejas gigantes lo hacían parecer un duende. No tenía nada de ángel. Él quería lograr una imagen bella y candorosa como la de los querubines que pintaba el tal Rubens. Había visto esos ángeles, una vez, en un hermoso museo de Europa. Pero Murci era totalmente famélico, cualquiera diría que no comía nunca, con qué podría llenar esa hermosa túnica blanca. La aureola no brillaba y ni siquiera se sostenía, a pesar de las enormes orejas. Se le caía una y otra vez, primero hacia un lado, luego hacia el otro.
Cuando Tomás, su primo, entró a la habitación le preguntó si iba a disfrazarse de mono porfiado, como esos de las ferias de diversiones a los que se les debe tirar argollas para ganar premios.
–Seré un ángel, contestó Murci muy molesto y le cerró la puerta en la nariz.
La vestuarista entró a las diez y quince con la nueva posibilidad para su traje de noche.
Esta vez, unas alas gigantes adosadas con plumas y lentejuelas, le permitirían volar de un modo tan especial, que la atención hacia sus dedos llenos de garras, se distraería absolutamente. Pero ahí vino el problema más grave. Los primeros invitados que entraron al salón preguntaron si era un ratón disfrazado de nube. Todos venían vestidos con trajes de rutilante fantasía. Hadas, princesas, caballeros andantes, golondrinas, pavos reales, rosas celestes, abejas-reina.
Y él, escondido tras la cortina del salón principal, sufría sin poder reflejarse en los espejos barrocos, con sus vestiduras de ángel. Pensó en olvidarse de la fiesta. No sólo no tenía traje de ángel sino que todas las tiendas de arriendo de disfraces ya estaban cerradas.
–Yo sé que la gente me encuentra feo –se decía–, pero eso no es culpa mía. Somos diferentes, los ángeles son de la luz y nosotros de la noche, pero no es como para que griten de horror cuando nos ven... ¿por qué no se asustan cuando ven una mosca?, estoy seguro que se dejan influir por la ropa... si me visto de ángel todos van a querer acercarse...
Y así daba vueltas y volvía a caminar sobre sus mismos pasos, pensando cómo solucionar su problema con el resto del mundo. No entendía por qué tenía que sufrir todo esto. Registró el ropero varias veces. Sólo tenía sus ropas de murciélago, formales, de noche, deportivas, de diario. Tenía un disfraz de astronauta, pero ese ya lo había usado el año anterior. Ahora quería ser un ángel.
Con la aureola en la mano, decidió salir a dar un paseo a los antiguos campanarios, para recuperar la paz perdida.
Volaba entre las campanas oxidadas cuando encontró la solución al ver las esculturas de monstruos, quimeras, gárgolas y grifos que cuidaban, con su aspecto feroz y temible, la iglesia.
Ahora lo tenía muy claro. El sería una gárgola.
Voló con una alegría inmensa en dirección a su casa y entró por el balcón, silenciosamente hasta la pieza. Ahora todo estaba allí, la gran solución al alcance de su vista: el elegante terno negro con capa de cuello alto, que usaba cada noche y lo hacía parecer un misterioso príncipe, sería parte de su disfraz. El resto, bastaba con no moverse y simular ser una escultura, instalada sobre alguna columna o una moldura de su salón.
Y así irrumpió en la fiesta, en su propio traje de noche, haciendo una actuación espectacular. En actitud de amenaza, usando como pedestal las columnas decoradas de su antigua mansión, sin decir una sola palabra, fue quien más dio que hablar.
Dicen que los invitados imitaban su elegante e imperturbable postura de príncipe. Por eso, a nadie le sorprendió cuando anunciaron los esperados premios. Murci ganó el Gran Concurso de la Noche de Gala y fue celebrado durante todo el invierno, por una enorme bandada de murciélagos, que lo acompañó orgullosamente en sus migraciones bajo la protectora luz de la luna.
Y desde ese día, los murciélagos sólo se visten con su propio traje de noche...
10 Voces dicen:
Con que gusto eres capaz de combinar imagen y texto e impregnarlo todo de arte...uno se sumerge en un mundo estetico lleno de poesia
Vano intento tratar de ser lo que no se es cuando lo que sí se es brilla por si mismo.
Buenas noches para todos mis amigos ángeles y murciélagos.
Les avisaré cuando haga una fiesta de disfraces ¿Ya?
¿Vendrán?
Haré sonar todas las campanas de la torre cuando llegue la Noche.
En cuanto a lo último escrito por mí, es un homenaje a todos ustedes, buenísimos amigos.
Un abrazo de locura necesaria, imprescindible sin duda.
Que lindos andan todos hoy Lila :-), vengo de Mentecato con una sensacion tan linda y ahora llego a ti y aumentas esa sensacion , est te quedo genial , la musica es muy de mi gusto :-) y calza perfecto a la historia de Murci y si es cierto lo que dice Nadie , es inutil disfrazar lo que somos tarde o temrano quien somos en verdad sale a la luz y quien nos ame nos amara por ser eso , tal y como somos , cada persona es bella no importa comolusca sino lo que proyecta :-) y tu proyectas muchas cosas bellas lila , sigue escribiendo estas historias me gusto muchoooo:-)...
Besitos...
Buenas noches señorita Lila , soy la ratoncita de Pauly y la sigo a todas partes y como soy muy educada quise dejarle mis saludos :-).
Me gusto su cuento y aunque los murcielagos me dan susto porque comen ratones y... un secretito pshhh ven acercate para decirte al oido :-) puessss que yo soy una ratoncillaaaa uy no te asustesssss , que no hago daño :-)
Espero que murci sea vegetariano para asi poder volver a leerte tu me dejas volver?...
Ahora me voy que Pauly sigue viajando ...
Besitossssss
No, no se puede negar lo que se es...
Tal vez era un sueño muy alto el de Murci, y me da tristeza porque quería ser un ángel, y por otra parte también me da alegría porque fue lo otro que quería ser... él mismo.
Al final de cuenta, no podemos ocultarnos, ni engañar a los demás. Nuestra naturaleza nos delata.
Un abrazo, Lila!
Loida!
si queiro ir a la fiest de disfraces,
yayayay
besitos de portugal
:o)
Ah, queda perfectamente explicada la belleza del poema que te dedicó Eduardo. Tú no eres un animal, eres un ángel cautivo
Saludos Lila
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