El zorro que llegó a vivir a la ciudad
El zorro que llegó a vivir a la ciudad
En un hermoso lugar campestre de América, hasta hace muy poco tiempo, el zorro reinaba con el poder total. Era tan inquieto que continuamente perseguía y asustaba a las aves y a las gallinas. Tenía tan malos instintos que todos los animales estaban pensando echarlo de la comunidad, porque cada vez que estaba aburrido desataba su crueldad poniendo trampas y cazando por sorpresa.
–¡Soy el más inteligente de este lugar !, decía orgullosamente el zorro.
–¡Te aprovechas de los más débiles !, le gritaban a coro las gallinas, escondidas detrás de los matorrales.
–Me tienen miedo porque ustedes son unas chismosas que no saben hacer nada más que cacarear y poner huevos, –les contestaba el zorro– en cambio yo ocupo mi tiempo pensando cómo cazar mejor, porque soy un ganador por naturaleza...
Pero la verdad es que se aburría terriblemente, porque no lograba hacer nada interesante. Su gran sueño era ir a buscar fortuna a la ciudad. Suponía que lograría una gran fama. Pensaba que allá iba a encantar su personalidad agresiva e irónica. Que iba a llevar un humor fresco a las noches de la gran ciudad, puesto que cantaba y sabía muchos chistes con los que podía atraer a sus víctimas. Además se sabía el parlamento completo del zorro en "El Principito", ya que su abuelo había sido actor y había trabajado en la primera versión sonorizada de la película. Y ése era el secreto. Soñaba con trabajar él también en la pantalla grande.
–¿Qué haces ? le preguntó un día su hermano menor al ver que estaba desocupando los estantes y desarmando la pieza.
–Ha llegado mi hora, –contestó el zorro– voy a iniciar una nueva vida lejos de aquí.
Al llegar a la ciudad, el zorro se deslumbró con los letreros luminosos. La torre Entel lo dejó tan preocupado que pensó ir a averiguar a Carabineros si eso era un ovni estacionado o un árbol navideño.
Para volver a la calma y relajarse pensó que debía matricularse en una Academia de Gimnasia Aeróbica. Eso le haría bien. Preguntó a un joven -de cabello verde con lunares rojos– por el autobús que debía tomar para llegar al gimnasio, pero el muchacho no creyó lo que veía y dio un cadenazo al aire a semejante alucinación, en lugar de contestar a su pregunta.
Adolorido, despertó por la mañana en el bandejón central de una gran avenida. Cientos de vehículos iban y venían. Se acercó a un kiosco para comprar el diario y ver los empleos, pero no le alcanzaba el dinero. Ahora debo aplicar mis técnicas, se dijo. Más allá vio a unos niños que vendían helados en una cajita de cartón. De allá somos murmuró y fue hacia ellos.
–Niños, –les dijo, luego de revisar los envases de los helados– soy un empleado de Salud Pública y debo retirar los comestibles con esta marca, porque están envenenados.
–¡No puede ser! dijeron tristemente los niños, que por supuesto le creyeron y no sólo le entregaron las cajas de helados, sino además el dinero de todo lo que habían vendido hasta el momento.
El zorro subió a un autobús a vender los helados y juntó algo más de dinero. Se sentía de lo más ingenioso y astuto. Se felicitaba diciendo: "ya sometí a la gran ciudad, más sabe el diablo por zorro que por viejo", y se celebraba a sí mismo, acomodando los refranes de mayor tradición.
Cuando iba camino a la Academia, tomándose el último helado relleno con galletas y chocolate, lo detuvo un señor muy elegante y le dijo que andaba en busca de talentos para hacer una película.
–Su figura me ha sorprendido joven, usted tiene un aspecto latino muy particular. Es justo lo que andaba buscando.
–¿Me está invitando a trabajar? –preguntó el zorro que no entendía muy bien el asunto– ¿De qué se trata?
–¿Es usted descendiente de europeos? ¿Tiene disponibilidad horaria como para aceptar un trabajo de tiempo completo en el cine, seguía insistiendo el hombre con un tremendo entusiasmo.
–Pero... ¿Cómo puedo saber con claridad de qué se trata? repitió el zorro.
–Lo invito a asistir a un "casting" que estamos haciendo en un estudio a pocas cuadras de aquí, le dijo mientras le indicaba hacia un lugar que se perdía en el horizonte.
(Continuará...)
(Imagen: Howard Robinson Gallery)
11 Voces dicen:
Incierto destino le espera al zorro, me pregunto qué pasará con ese dichoso "casting" y que suerte traerá después de engañar a unos pobres niños...
un abrazo!
Loida!
"¿Cómo puedo saber con claridad de qué se trata?", el zorro revela cierta confusión ontológica...y reclama claridad. Alguien le dirá que no existe? En fin, ya viene la segunda parte, veremos..
Me han llegado todos los presentes del Zorro y me gustan todos :o}
Me alegro de que te materialices por estos suburbios Coyota. Y de que todo llegase a destino.
Super interesante la historia y excelentemente construida. Estaré pendiente a tu próxima entrega.
El señor Jorquera se está comportando como un zorro cualquiera. ¿Y alguien tendría corazón para decirle que no existe?
¿Le diría a Esopo que sus animales no existen y que no tienen nada que decir?
Pero en todo caso me hace gracia. A pesar de que no me gusta el humor inglés.
Me dejaste con toda la curiosidad Lila vamos quiero saber en que ira a parar este pobre zorrito :-) aunque eso de quitarle los helados alos niños mmm como que no estuvo muy bien no? zorro mañoso no mas :-)...
Besitos...
No sé si a Esopo le gustaría lo del casting...
Besos primaverales.
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Juega siempre el Zorro al escondite,
a pasar sobre sus huellas,
a cruzar los vados de ida y vuelta,
a salir por mil entradas de su cueva,
a escuchar con atención las hojas quietas,
a oler al cazador que se acerca o que se aleja.
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El Zorro juega siempre porque apuesta
al jugar la propia vida.
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Te tengo un sombrerito.
Grandchester: Ya fui a ver el sombrerito infernal.
Se agradece igual.
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