La influenza común cobra decenas de veces más personas que la llamada influenza aviar o porcina –o que la desnutrición- y ahora nadie parece recordarlo. Sin embargo la idea de un exterminio global es inherente a nuestras psiques enfermas y adicionalmente incrementa las ganancias de los poderosos laboratorios farmacéuticos, desplaza gigantescas inversiones a otros sectores de la economía y como siempre impone una neblina sobre algunos agudos problemas que los políticos quieren ocultar.
La idea de un apocalipsis es tan necesaria para los productores de la realidad que sucesivamente todas las posibles pandemias encuentran su fértil escenario. La “vaca loca” y las influenzas, los desprendimientos de asteroides y la sempiterna posibilidad de una guerra nuclear, exacerban el terrorismo en el orden de lo imaginario, destinado a intimidar a una población ingenua, que olvida la fragilidad esencial de la vida.
Impasibles hemos visto durante la última semana como la Cuidad de México, la segunda urbe más populosa del planeta, fue condenada al oscurantismo ante el terror de una incipiente epidemia, y que sus ciudadanos fueron estigmatizados hasta el punto que naciones como Argentina, Ecuador y el Perú suspendieron unilateralmente los vuelos a ese país, verdadera bellaquería con una nación hermana, como si tras de ello se ocultara el perverso interés de desviar los gigantescos ingresos que México capta por su ejemplar industria turística, o como si sus políticos quisieran ocultar al interior otros graves problemas sociales y económicos.
Cuando contemplamos por televisión las calles desiertas de la megalópolis no podemos dejar de pensar en el Diario del año de la peste de Daniel Defoe (crónica de esta devastadora enfermedad en la Inglaterra de 1665), en La peste de Albert Camus (ficción sobre una epidemia en Orán) y por supuesto en esa obra maestra de Bergman,El séptimo sello, en la cual asistimos a la inolvidable escena donde la muerte es retada a una partida de ajedrez por un caballero proveniente de las cruzadas, y donde esta figura aciaga (el número trece del Tarot, la febril calaca, la victoriosa pelona), aceptará la contienda para derrotarlo con las piezas negras, investidas como es sabido, con su color predilecto.
Si en la antigüedad la extinción era un atributo de las divinidades tiránicas, hoy quedamos en manos de una virología, que como hemos visto, es excesivamente innovadora. La señora de la guadaña que al parecer es proclive a jugar ajedrez, ha sido superada por las más furtivas y simples criaturas invisibles. ¿Quién iba a imaginar que dios, el eterno, el infinito y omnipresente, iba terminar reducido a un cruento microbio?
En 1918 la llamada “gripe española” cobró 20 millones de muertos, el mayor holocausto médico de la historia. En 1957 la “gripe asiática” y en 1968 la “gripe de Hong Kong” cobraron numerosas víctimas, pero mucho menos de lo que suponían los sensacionalistas medios de comunicación. Con estos antecedentes hace pocos días se ha querido bautizar a la nueva epidemia “gripe mexicana”, lo cual reforzaría la tentativa de excluir a ese país, que con los omnívoros cerdos y los pobres ciudadanos a quienes se les sorprenda estornudando, pasarán a ser los estigmatizados, los marginados por el funesto régimen social que hemos construido.
Vivimos un Nuevo Oscurantismo, el instaurado por una sociedad traslúcida, degradada y abierta, que todo lo hace visible. Los vendedores de la guerra si no son más ingeniosos serán remplazados por los zares de los medicamentos. ¿Quién puede sostener que no estamos ad portas de la creación de una estirpe viral de laboratorio tal como hacen en la Internet los vendedores de los antivirus para sostener su gigantesco negocio? La adicción por lo escatológico está muy arraigada desde que la iglesia en siglos anteriores se encargó de propagar ese terror en pos de un infame enriquecimiento. Los profetas más prestigiosos del pasado como San Juan y Nostradamus tienen semanalmente una tribuna ecuménica para sus especulaciones catastróficas. Las pestes, los terremotos, los tsunamis, y desde hace seis décadas nuestras inventivas nucleares, atizan la pesadilla de la extinción de la especie humana en la Tierra. No pasa un lustro sin que el hombre, arrogante incluso ante la idea de su fin, no difunda la zozobra de su muerte colectiva.
La industria de la extinción deja cuantiosas ganancias y una enseñanza categórica: la ciencia no ha podido hacer nada para reducir el miedo en el mundo, la tecnología nunca ha trabajado para aumentar la felicidad sino la servidumbre, y como se ve en las imágenes de tantas ciudades del siglo XXI intimidadas en estos días por la “influenza porcina”, somos eficaces en multiplicar el terror.
Por lo cual, inermes y trastornados, debemos prepararnos para danzar entre las ratas como los habitantes de esa villa tomada por la plaga que describe Werner Herzog en su hermoso Nosferatu, porque en verdad cada día que vivimos es el último, con o sin la peste, que siempre está urdiendo un imprevisible y devastador asalto. Las montañas de cadáveres que quemaban en la Edad Media y la madre muerta que amamantaba a su hijo según describe Defoe en su reconocido Diario, serán imágenes recurrentes en nuestras pesadillas. Países estigmatizados, hombres con tapabocas y máscaras, y seres condenados a eliminar el contacto de las manos e incluso los besos del saludo, constituyen el miserable paisaje humano que estamos inventando.
¿Qué nuevo terror se gesta? ¿Otra guerra? ¿Otra enfermedad incontrolable? ¿Un virus más letal que el hambre? ¿Un descomunal acto terrorista? ¿Una peste informática para la que no existe cura por haber hecho metástasis en nuestras mentes? Sin duda todo lo anterior.
History Channel, en un programa sobre El libro perdido de Nostradamus, recientemente especuló evocando las predicciones cósmicas de los mayas que el mundo terminará el 21 de diciembre de 2012. Por lo cual sólo nos queda esperar que un Noé cósmico construya un arca espacial para salvar las especies animales y a su privilegiada familia, que supondremos será multimillonaria. Pero mientras tanto, atemorizados y en nuestra reconocida orfandad utópica, las palabras del sabio Epicuro de Samos irrumpen intactas dos mil años después como una poderosa y necesaria trinchera: “Así pues, el más espantoso de todos los males, la muerte, no es nada para nosotros, porque mientras vivimos ella no existe, y cuando la muerte existe, nosotros ya no somos”.
Y si esa reflexión no es concluyente para atenuar nuestro terror tal vez debamos afiliarnos a la secta que piensa que es imposible la extinción del mundo, simplemente porque ya ocurrió.
Texto publicado en la Revista Con-Fabulación Nº 77
por el escritor colombiano Gonzalo Márquez Cristo (1963).
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10 Voces dicen:
creo que mucho de verdad hay en ese escrito.
¿el lobo está?
Así me parece a mí también.
La población se mantiene en el sonambulismo de costumbre por las amenazas de lobos, pestes, guerras, colisiones cósmicas y otros noticiones del reality cotidiano que le permite a algunos gobernar sin contratiempos y repartirse las ganancias.
Ahora el nuevo pánico es la posibilidad de que el virus H1N1 se mezcle con el H3N1 que está en Asia. Si eso ocurre, según dicen los especialistas del terror, entonces el virus podría pasar facilmente de persona a persona con la consabida capacidad dañina que tiene el primero. Ya veremos.
La máxima del poder cuando lanza sus redes es "A río revuelto ganancia de pescadores".
Comentarios que fueron enviados a la Revista Con-Fabulando, a raíz del artículo.
LA INDUSTRIA DEL APOCALIPSIS. En efecto, como dice Gonzalo Márquez Cristo en su columna: los primeros días de la llamada “pandemia” me recordaron mucho las novelas de Defoe y de Camus Parece que en México hay un paulatino regreso a la calma. Aquí hay una indignación y furia particulares contra los chinos y los argentinos y luego los cubanos. Los chinos -que han puesto en cuarentena a mexicanos en varias ciudades sin que tengan ninguna síntoma de gripa- escondieron el SAHR y la epidemia aviar por varios meses; ahora resulta que te discriminan por el solo hecho de ser mexicano. Vaya ética ejemplar. Por un mexicano que vive en Argentina hay 2.000 argentinos que viven en México, muchos de los cuales vienen de varias generaciones -desde los años sesenta-, que hemos recibido con mucho gusto luego de sucesivas dictaduras, y una gran mayoría, para nuestro bien, son y se sienten mexicanos. Ahora a mexicanos o argentinos que van allá desde México, los tratan como apestados sin que haya la menor huella de que tengan, ya no la influenza, sino la mínima gripa. Y lo hace un gobierno que se dice progresista. Y la ministra de Salud nos llama un hermano enfermo porque de 110 millones de habitantes tenemos 800 casos y 26 muertos. Y la ministra parece olvidar que allá tienen 60.000 casos de dengue. Es admirable su aritmética. De todos los casos es el que me parece el más nauseabundo.
Lo del gobierno de Cuba es despreciable. Revisa la historia de México para con ella desde hace 50 años. Pero si lo ves en frío, ni ganamos ni perdemos, aunque será difícil que los mexicanos lo olviden. ¿No dicen tener los cubanos el mejor sistema de salud de Latinoamérica? Lo de Ecuador y Chile, mira, me parece más bien de risa: lo que mandan son en su gran mayoría migrantes que quieren cruzar a Estados Unidos. Por el contrario, los Estados Unidos y la Unión Europea (salvo en un principio Francia) y la Organización Mundial de la Salud le han dado su justa proporción. Yo creo que a muchos nos será difícil olvidar. Marco Antonio Campos, poeta mexicano.
ESTIMADO GONZALO MARQUEZ: con su certera intuición de poeta, ha dado una vez más en el blanco: los temores sobre la gripa porcina, o como se llame, son desproporcionados y casi delirantes en su artificiosidad y están destinados como usted lo dice a múltiples funciones de manipulación de masas. A más de las que usted menciona acertadamente, considero que no es por casualidad que se infla y exagera desmesuradamente ese riesgo, precisamente ahora. A mi juicio, es otra más de las maniobras de distracción, que quieren desviar la atención de la grave crisis mundial del sistema, la cual no es solamente un episodio económico pasajero, sino una crisis estructural. ¿Cómo explicarse que El Tiempo dedique cuatro columnas en primera página para decirnos que el único caso de gripe que se ha detectado en Colombia ya está "fuera de peligro", mientras, a sabiendas, calla durante años, o no cunde las alarmas, respecto al hambre crónica (en diversos grados) de cerca de 26 millones de colombianos, que reciben menos del salario mínimo. ¿Y por qué si a los grandes medios y agencias de noticias a escala mundial los preocupa súbitamente la salud de los países subdesarrollados, apenas han mencionado los más de treinta millones de enfermos del sida que hay en África, desde hace dos décadas, y la responsabilidad que tienen Europa y E.U. en ese drama, etc.? ¿Cómo es que las 3.000 masacres que se han cometido en los últimos años en Colombia y los más de mil crímenes horrendos (llamados eufemísticamente "falsos positivos") no escandalizan, en la proporción que les correspondería, desde hace años, a la prensa mundial procapitalista, empezando por la nuestra? Para quien haya visto los programas más recurrentes y típicos de la TV internacional de procedencia estadounidense, es evidente que hay una inclinación por las catástrofes sin salida, como cuando se muestran los estragos ecológicos que causa la economía consumista, sin que se sugieran siquiera, salidas posibles y concretas. Esos comentarios muestran también cuánto gana la crítica social cuando es un poeta el que se ocupa de ella.
Eduardo Gómez, poeta colombiano
GRIPE PORCINA: La columna de Márquez Cristo es muy ilustrativa sobre la ignorancia y los efectos perniciosos de la desinformación. En parte, en México, hay culpa local porque no se manejó el asunto con la claridad que se requería. Quizás se deba también a la incompetencia de nuestras autoridades sanitarias, pero con mayor certeza se debe al manoseo de una lucha electoral ya en puerta. En fin, la sociedad, y sobre ello he escrito un texto que saldrá en nuestra siguiente La Otra-Gaceta: "No hay tos, son las malas influenzas". Me refiero a la descomposición nacional e internacional de nuestra política, de las tribus y partidos que no hacen nada por sus electores y la cosa sigue igual. Esta crisis sanitaria viene a demostrar una cosa, la sociedad mexicana responde bien, es disciplinada y prudente, sin necesidad de líderes, se auto organiza cuando lo requiere. Sería magnífico darle un castigo ejemplar a la clase política que sólo ha llevado agua para su molino, o para el de cada uno de sus personajes. Aquí decimos no hay tos, para decir, no hay problema. Es una expresión de los años sesenta y setenta y va un poco en desuso, pero me gusta porque manifiesta que no hay síntoma de enfermedad. No somos el hermano enfermo, aunque sí el pariente con muchos problemas que le impiden crecer y demostrar la fuerza de su cultura. Voy a reproducir el texto de Márquez Cristo en la página web de La Otra: www.laotrarevista.com un sitio muy visitado, para no perder la coyuntura de esta situación de apestados que nos están imponiendo "hermanos" y vecinos distantes. Es decir, a los males se le suman males.
Va un abrazo,
José Angel Leyva, poeta y ensayista mexicano
LA EPIDEMIA DEL MIEDO. El miedo es una energía que se propaga con muchísima más velocidad que cualquier epidemia. No trae nada bueno a nuestras vidas, sólo inseguridad, enredo y desencanto. Un gran Maestro del siglo pasado, Param Sant Kirpal Singh Ji Maharaj, nos hizo ver cómo esta nueva era, la edad de oro, no va a estar precedida por una gran catástrofe sino por un gran cambio en los corazones humanos. Es una era donde el amor y la compasión se anida en cada corazón. El cambio viene de cada persona individualmente. La paz no se consigue en la mesa de negociaciones, es un asunto de progreso interior, de experiencia interior.
Graciela Rueda
FRAUDE IDEOLÓGICO. La mente monstruosa de algunos seres humanos continúa hoy aterrorizando la conciencia débil e ignorante de muchos individuos. Saludable para muchos el artículo anti-apocalíptico del escritor Gonzalo Márquez. Bien que se denuncie el fraude ideológico que se manipula a través de los medios, tal vez para obtener beneficios o someter, con artificios de terror, a quienes creen en cierta bondad mediática.
Yezid Morales
Saludísimos querida Lila:
Más que oportuna la publicación que ha enviado. Nosotros, y concretamente, el Festival de la Lira, también fue golpeado por el coletazo mediático-farmacéutico-porcínico: el evento, a 20 días de su realización, se cayó; fue supendido y trasladado hasta... dicen que noviembre; tengo mi dudas.
Espero que sigamos en línea.
Galo Torres
Poeta ecuatoriano.
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