Juegos
Desde entonces vago por este palacio de la risa con sus ecos hipnóticos y sus pajes sonámbulos, cruzando las argollas de humo de las diversas etapas, hasta la pérdida fatal. Pero momentánea. Mañana es otro día y habrá nuevos amuletos, poder en efectivo para iniciar el metabolismo de las máquinas. Por eso nunca se nota la tristeza o la derrota. Al amanecer, los perdedores comienzan a desvanecerse como fantasmas que arrastran sus cadenas por los salones alfombrados sin confundir a nadie, sin provocar dudas o risas. Desaparecen sin dejar huellas, sin extender su derrota o contaminar el ambiente con su muerte. Sólo desaparecen en un silencio opacado por los gritos de júbilo de la tecnología y el tintinear de las fichas danzantes de mano en mano, promoviendo la comunión de los competidores que repiten su lema como un mantra “Lo importante no es ganar sino competir”... (Fragmento de "Diario de una Sirena").
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