Paseo Ahumada
Lila Calderón
Era mediodía y hacía calor. La multitud trataba de avanzar y me empujaban con fuerza para imponerme su ritmo. Sentía venir una tempestad. Olas encrespadas dispuestas a reventar sobre nosotros, náufragos hacia ninguna parte. Nadaba entre la muchedumbre. Este era el "lleno total" del que hablaba Ortega y Gasset. Demasiada gente e incluso antes del horario de colación. ¿Qué iría a pasar dentro de una hora cuando empezaran a cerrarse los módulos para acreedores de las grandes tiendas y cientos de ejecutivos o ejecutores salieran desbocados desde cada ascensor para sumarse a la procesión cuyo destino sería un local de comida rápida? Sentía junto a mí a un hombre que tosía. De la tos pasó al jadeo y del jadeo al hipo. Oí suspiros y murmullos y pronto agudos tacones amenazaron con clavarme los pies al pavimento. Oí suelas, pasos, marchas, trotes, obstáculos. Alguien relinchó. Era demasiado. En las aglomeraciones uno se expone a robos, roces indebidos, murmuraciones y jadeos al oído. Pero ahora, además, a la pateadura de un caballo rampante. Escolares expertos en observación ciudadana en paseos y plazas públicas captaron mi perturbación y comenzaron a balar maravillosamente beeeee bebebeeeee be bebebbbbeeee. Me sonó a coro gregoriano. El sol me hacía sudar. Tenía sed y traté de alcanzar la orilla para comprar agua mineral. Al llegar donde el vendedor ambulante tomé la botella. Cuando discutí por el vuelto me salió un rebuzno espantoso. Una señora con sombrilla que saltaba como una loca empezó a croar para llamar a la policía. Me vino ataque de risa en plena escena y mientras más me reía más rebuznaba, estaba a punto del desmayo cuando decidí que era mejor volver al establo. No era un buen día para huir del encierro.
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7 Voces dicen:
A veces los establos son el lugar más seguro.
Estamos en el siglo del horror.
Mi cariño eterno para ti, bella flor.
T
El paseo. ¿Quién pasea?
Un abrazo.
mejor así , animal cautivo
debe ser toda una aventura caminar contigo por esemar de sol y gente.
A veces nos olvidamos del pobre animal que somos, siempre acosado o acorralado para forzarlo a entrar en la jaula o saltar por el aro de fuego.
Es una aventura, definitivamente, nadie pasea.
Saludos amigos.
La verdad que pasear por Ahumada puede resultar una tortura. Las veces que he visitado Santiago, tuve la misma sensación. Abrazos.
Dejemos las jaulas para nuestras furias, y la libertad para lo mejor que tengamos en el alma.
Saludos
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