Brazil, de Terry Gillian
Hay que asumir que se es un animal, cautivo, entre los límites poco claros del espacio cibernético, universal, dudosamente real. Soy un animal... sólo tengo esa certeza y no me queda otra alternativa que escribir poesía para humanizarme. Tal vez debo decir solamente Escribir. Sé que no es la mejor manera para instalarse en un blog dispuesta a cazar espíritus. Pero tengo un hambre de pasión metafísica que convierte en Dios todo lo que toco.
5 Voces dicen:
Hola preciosa:
No puedo poner play, se me hace algo muy raro en la pantalla.
Igual, pasé a saludarte. A ver cuando nos cruzamos la cordillera.
Beso, beso, beso ¿lo viste al Héctor?
Romana querida, no he visto a Héctor en persona, pero virtualmente lo encuentro por aquí y por allá presentando libros y en fotos, en blogs, etc. En fin, se ve bien viviendo.
Abrazos y en algún momento sobrevolamos la cordillera y ya.
Si, no tengo perdón, no la he visto, asignatura pendiente, la aprobaré.
Besos.
Toro, esta película es histórica para mí, profética, satírica, paródica y eternamente esdrújula.
La puse porque con ella mortifiqué a toda mi familia contando los sueños del personaje, los planos, las escenas, las secuencias, los intertextos, cortes, fundidos, etc.
Anduve delirando un par de años con Sam Lowry, su madre, el viejo pascuero, los oficinistas, Harry Tutle... las cañerías que trasladaban mensajes... los falsos terroristas, el Ministerio de Información... para qué seguir, la vida en pleno.
No lo sabré yo. Esa película me hizo tener pesadillas muchas veces.
Publicar un comentario
<< Home