Una carta para el Padre muerto debe alcanzar la ruta de los pájaros al emigrar, buscar el rumbo, desplegar certeza en el batir de alas al adoptar el vuelo, y el cielo se abrirá para que pueda encontrarlo. No hay para él otro lugar que el cielo, donde sé que oirá las notas que le envío con el viento y cantará con ellas, como si la noche tuviera otra vuelta más para sus sueños perdidos, los que no alcanzó a soñar ese sábado a la hora de la siesta, o por la noche, luego de haber escrito algunas páginas de su diario infinito. Quién sabe dónde se detiene el camino ni la hora en que los poemas dejan de alumbrar, pero siguen en pie las estrellas que laten con el recuerdo de estos amados muertos que nos dejaron temprano. Siempre es temprano para aceptar que la muerte tome decisiones. Siempre es temprano. Y nos deja sin saber donde mandarle regalos de cumpleaños el 21 de noviembre o qué buzón sembrar de cartas para decirle gracias, todo va bien, sin novedad… pero de todos modos, feliz 2010 padre querido.
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