Animal cautivo

Hay que asumir que se es un animal, cautivo, entre los límites poco claros del espacio cibernético, universal, dudosamente real. Soy un animal... sólo tengo esa certeza y no me queda otra alternativa que escribir poesía para humanizarme. Tal vez debo decir solamente Escribir. Sé que no es la mejor manera para instalarse en un blog dispuesta a cazar espíritus. Pero tengo un hambre de pasión metafísica que convierte en Dios todo lo que toco.

martes, marzo 28, 2006

El zorro que llegó a vivir a la ciudad

















El zorro que llegó a vivir a la ciudad
(Parte III y final)

–¿De qué se trata? agregó esperanzado el zorro.

El joven lo convenció de ver un buen psicólogo y tomarse un viaje al Caribe para recuperarse. Caminaron muy de prisa al Banco y el ejecutivo mismo le sirvió de aval. Solo hubo que llenar unos papeles y ya. El dinero estaría dentro de dos o tres días.
Cuando el zorro fue a buscar el dinero prometido, el ejecutivo le explicó que no sería posible, porque su nombre figuraba en la lista de Dicom (Circom), que es una especie de cárcel virtual, le explicó, y que el informe lo señalaba como estafador. Los delincuentes habían abierto cuentas en casas comerciales y debía millones. Habían ocupado su huella y le habían imitado la firma, así que adiós nueva piel, viajes y psicólogo.
Indignado iba por la calle el pobre zorro, con una piel de peluche y muerto de hambre, cuando se le acercaron dos policías y lo llevaron detenido por andar disfrazado de zorro asustando a la gente. Además ni siquiera tenía carné de identidad para demostrar quién era.
Al día siguiente lo soltaron por falta de méritos, pero le sugirieron buscar un abogado para arreglar su situación legal.

Estaba saliendo de la estación del metro cuando se le acercó una joven y le dijo que eligiera un boleto de raspe y gane que estaba repartiendo para promover un instituto de computación. Cansado el zorro después de mucho pensar tomó uno y al poco rato lo raspó. No podía creer que se había ganado un curso totalmente gratis para estudiar en el instituto con nombre inglés.
En el Instituto, el zorro se inscribió para tomar el curso, decidido a ganarse la vida honradamente. Pero allá descubrió que solo la matrícula era gratis y que el premio era válido solamente por ese día. Debía pagar en efectivo o cheque. Finalmente terminó firmando doce letras. Tendría el horario diurno a partir de marzo.
Cuando el zorro llegó con su hermosa mochila y unos cuadernos de colores a tomar sus clases a principios de marzo, ya no había Instituto. Desapareció de la noche a la mañana y no había rastro alguno de él. Indignado se tomó la cabeza y pateó las puertas cerradas del lugar que ahora tenía un inmenso letrero de "se arrienda".

Entonces cansado volvió a su guarida, revisó las páginas de empleos pero luego decidió ir a la Escuela de Teatro, como debía de haberlo hecho en un principio, se dijo..

–Quiero que me prueben para trabajar en "Pinocho" –dijo muy seguro de sí mismo–, conozco el papel y puedo hacerlo mejor que nadie.

–¿Experiencia anterior?, le preguntaron.

–Grandes condiciones naturales, respondió.

–Entonces haremos algunas pruebas, le dijeron impresionados por el desplante, los miembros del equipo seleccionador.

Sí, ahora sí comprobaba que las cosas estaban marchando bien. El debía volver a insistir en la representación escénica. Siempre le había gustado el papel del zorro más que el del gato en esa entretenida obra.
Los ensayos fueron breves. Realmente el zorro era buen actor y estaba feliz. Lejos quedaban los tiempos de perseguir a las gallinas. Ahora sería anunciado en grandes letreros. Tendría ropa nueva, camarín propio, correo electrónico, blog... El cine vendría después naturalmente por la relación causa-efecto.

–¿Te sientes preparado y tranquilo?, le preguntó el director de actores, mientras observaba los afiches y la publicidad que saldría a llenar las calles con el anuncio de la obra y las fotografías de los actores.

–Me sé cada parlamento –respondió el zorro–, es mi papel.

La noche del estreno, mientras hacía sus ejercicios de relajación en el camarín, llegó el primer telegrama: "Sus letras impagas han pasado a cobranza judicial, ruégole concurrir a nuestras oficinas centrales a la brevedad posible".
Ante el desconcierto y la preocupación, en la misma noche del estreno, hizo muy mal su papel. Nadie creía en su astucia y ferocidad. Más bien se diría que sudaba de nervios. Al final, los niños le tiraron cáscaras de maní y le dijeron que parecía un mono tonto.

–¡El zorro parece una gallinita ciega!, gritaban.

–¡Fuera! -decían-, no le creemos, está inventando los diálogos,
no ha leído el libro -insistían.

Cuando le cancelaron el contrato por mal actor, se enfermó y deprimió. Perdió el sueño y un día se desmayó en la calle. Despertó muy confundido en un Servicio de Salud Pública, cuando le estaban pasando un algodón con agua por la cara para despertarlo.

–Lo siento –le dijeron–, no podemos atenderlo si no deja un cheque en garantía. Le aconsejamos buscar una buena Isapre, o ingresar a un zoológico particular.

–¡Esto es demasiado! –contestó el zorro– parece que aquí nunca voy a aprender el idioma.

Entonces se retiró indignado, subió a un tren de carga y volvió al campo a perseguir a las gallinas, que cacareaban y se reían de lo lindo, le había dicho un colega, con las desgracias padecidas por él en la Metrópoli.

–¡Las desplumaré a todas! –se decía– soy un ganador por naturaleza.

Cuentan que ahora le ha crecido un poco el pelo. Que está totalmente canoso y que comenzó a escribir su biografía, en donde queda como el gran héroe de las múltiples aventuras que vivió en la ciudad.



(Ilustraciones: Ángel Antonelli)

El zorro que llegó a vivir a la ciudad

























El zorro que llegó a vivir a la ciudad
(II Parte)

Al llegar al estudio, el zorro fue cuidadosamente maquillado. Le hicieron un masaje de pelo y le pegaron un extraño bigote. Luego le lanzaron encima la luz de un potente reflector. Nunca supo cuántos camarógrafos habían captado su elegante figura. La felicidad lo hacía sentirse poderoso, se imaginaba a sí mismo en todas las pantallas de cine y televisión como galán de teleseries.
Seguramente le iban a encargar una serie de acción con efectos especiales. No podía tratarse de otro tipo de películas. La gran ciudad era solo un campo más grande, cuántas cosas podría hacer allí. De pronto la luz empezó a marearlo, el dolor de cabeza le impedía mantenerse en pie, sudaba y se le manchaban los ojos con tanto maquillaje, las piernas comenzaban a temblarle.

–Seguramente es producto de la emoción –pensó–, pero antes de irme, igual aprovecharé de robarle el bastón de mango dorado al elegante productor.

–No se mueva –le decían los asistentes–, puede perjudicar el encuadre.
De pronto, una subida brusca de presión lo botó al suelo. Cuando abrió los ojos no encontró a su alrededor nada parecido a un estudio de cine. Es más, podría asegurar que estaba siendo televisado en directo como un suceso noticioso. Se preocupó. Un periodista de la CNN se acercó de prisa para lograr entrevistarlo.

–¿Sería usted capaz de identificar a los miembros de la banda de asaltantes de zorros?, le preguntó.

–¿Le pusieron anestesia o fue con violencia ?, agregó una chica tremendamente impactada con el suceso.

–¿Qué piensa hacer desde ahora en adelante? preguntó otro periodista, sin esperar que el zorro contestara alguna de las primeras preguntas.

–¿Usará una piel sintética o se recluirá en un sanatorio? preguntó una joven, con unos gigantescos ojos desechables de color azul.

–¿Tiene parientes en la ciudad? –interrogó una especie de detective privado con un largo impermeable sucio y sin botones– ¿Usted sabía que la piel de zorro se usa para hacer abrigos muy caros?

Entonces el zorro se miró de pies a cabeza y cuál no sería su sorpresa al descubrir que lo habían engañado. Que le habían robado su hermosa piel. Que habían burlado su inteligencia con un cuento más viejo que la Caperucita Roja y que estaba haciendo el ridículo, en una grabación en directo para todo el país. ¿Cómo se estarán riendo las gallinas castellanas?, pensaba con una ira que lo ponía rojo como el demonio de los peores cuentos del infierno.

Un día, mientras recorría las calles en busca de los culpables, un ejecutivo de un Banco lo reconoció y se le acercó para ofrecerle un crédito bancario que le permitiera solucionar su problema.

–¿Es usted el joven zorro que fue atacado por una banda de delincuentes? preguntó, mientras le extendía su mano para saludarlo.

–El mismo que salió en todos los medios de comunicación, respondió el zorro, con una extraña mezcla de vergüenza y satisfacción por la fama lograda.

–Puedo ofrecerle una muy buena solución –le dijo el joven. Así podrá comprarse una piel auténtica y con una buena cirugía quedará impecable y usted volverá a ser el que era.

(Continuará...)

(Imagen en: http://www.conciencia-animal.cl)

lunes, marzo 27, 2006

El zorro que llegó a vivir a la ciudad

























El zorro que llegó a vivir a la ciudad

En un hermoso lugar campestre de América, hasta hace muy poco tiempo, el zorro reinaba con el poder total. Era tan inquieto que continuamente perseguía y asustaba a las aves y a las gallinas. Tenía tan malos instintos que todos los animales estaban pensando echarlo de la comunidad, porque cada vez que estaba aburrido desataba su crueldad poniendo trampas y cazando por sorpresa.

–¡Soy el más inteligente de este lugar !, decía orgullosamente el zorro.

–¡Te aprovechas de los más débiles !, le gritaban a coro las gallinas, escondidas detrás de los matorrales.

–Me tienen miedo porque ustedes son unas chismosas que no saben hacer nada más que cacarear y poner huevos, –les contestaba el zorro– en cambio yo ocupo mi tiempo pensando cómo cazar mejor, porque soy un ganador por naturaleza...

Pero la verdad es que se aburría terriblemente, porque no lograba hacer nada interesante. Su gran sueño era ir a buscar fortuna a la ciudad. Suponía que lograría una gran fama. Pensaba que allá iba a encantar su personalidad agresiva e irónica. Que iba a llevar un humor fresco a las noches de la gran ciudad, puesto que cantaba y sabía muchos chistes con los que podía atraer a sus víctimas. Además se sabía el parlamento completo del zorro en "El Principito", ya que su abuelo había sido actor y había trabajado en la primera versión sonorizada de la película. Y ése era el secreto. Soñaba con trabajar él también en la pantalla grande.

–¿Qué haces ? le preguntó un día su hermano menor al ver que estaba desocupando los estantes y desarmando la pieza.

–Ha llegado mi hora, –contestó el zorro– voy a iniciar una nueva vida lejos de aquí.

Al llegar a la ciudad, el zorro se deslumbró con los letreros luminosos. La torre Entel lo dejó tan preocupado que pensó ir a averiguar a Carabineros si eso era un ovni estacionado o un árbol navideño.
Para volver a la calma y relajarse pensó que debía matricularse en una Academia de Gimnasia Aeróbica. Eso le haría bien. Preguntó a un joven -de cabello verde con lunares rojos– por el autobús que debía tomar para llegar al gimnasio, pero el muchacho no creyó lo que veía y dio un cadenazo al aire a semejante alucinación, en lugar de contestar a su pregunta.
Adolorido, despertó por la mañana en el bandejón central de una gran avenida. Cientos de vehículos iban y venían. Se acercó a un kiosco para comprar el diario y ver los empleos, pero no le alcanzaba el dinero. Ahora debo aplicar mis técnicas, se dijo. Más allá vio a unos niños que vendían helados en una cajita de cartón. De allá somos murmuró y fue hacia ellos.
–Niños, –les dijo, luego de revisar los envases de los helados– soy un empleado de Salud Pública y debo retirar los comestibles con esta marca, porque están envenenados.

–¡No puede ser! dijeron tristemente los niños, que por supuesto le creyeron y no sólo le entregaron las cajas de helados, sino además el dinero de todo lo que habían vendido hasta el momento.

El zorro subió a un autobús a vender los helados y juntó algo más de dinero. Se sentía de lo más ingenioso y astuto. Se felicitaba diciendo: "ya sometí a la gran ciudad, más sabe el diablo por zorro que por viejo", y se celebraba a sí mismo, acomodando los refranes de mayor tradición.
Cuando iba camino a la Academia, tomándose el último helado relleno con galletas y chocolate, lo detuvo un señor muy elegante y le dijo que andaba en busca de talentos para hacer una película.

–Su figura me ha sorprendido joven, usted tiene un aspecto latino muy particular. Es justo lo que andaba buscando.

–¿Me está invitando a trabajar? –preguntó el zorro que no entendía muy bien el asunto– ¿De qué se trata?

–¿Es usted descendiente de europeos? ¿Tiene disponibilidad horaria como para aceptar un trabajo de tiempo completo en el cine, seguía insistiendo el hombre con un tremendo entusiasmo.

–Pero... ¿Cómo puedo saber con claridad de qué se trata? repitió el zorro.

–Lo invito a asistir a un "casting" que estamos haciendo en un estudio a pocas cuadras de aquí, le dijo mientras le indicaba hacia un lugar que se perdía en el horizonte.

(Continuará...)

(Imagen: Howard Robinson Gallery)

viernes, marzo 24, 2006

Ecos VI


























("Mujer con sombrero", de Henri Matisse)

Silvio: Óleo de una mujer con sombrero
Silvio Rodriguez



Ecos VI

Un sombrero negro se desplaza por el tiempo
buscando una cabeza
y su suerte cae destemplada sin saber donde ubicarse
Alguien duerme en esta playa
Recordar es una fatalidad
como la escritura misma
que vuelve para despertarnos
al otro día
como una elipsis resuelta en un cartel de cine mudo
y entonces
al día siguiente
más tarde

El viento deja caer su quejido
una frecuencia donde anclarse
ráfaga de signos
que surca el corazón común de los poetas
con sus flechazos de niebla y dolor


(Continuará...)

miércoles, marzo 22, 2006

Mariposas en peligro de extinción



















Carlo Gesualdo "Sparge la morte"
Carlo gesualdo



Mariposas
Cuántas de ustedes
están
condenadas
y su belleza será confinada a los textiles
de la primavera
a los tatuajes juveniles
a los prendedores de platino y esmeraldas
o rubíes
de las damas de palacio
Cuánta vida desperdiciada en el adorno
o en el insectario oscuro de un museo
Cómo siento crujir esas alas
aprisionadas en extrañas soluciones
para que la muerte las haga durar eternamente



(Ver página: http://www.biociencias.com/odisea/mariposas/extincion.htm)

lunes, marzo 20, 2006

La Peste Negra

























("La copa negra", de Mauricio Vico)



La peste negra

Dicen que en ese tiempo
enloquecían cobrando las herencias
Diez muertos
en la familia desgarrada por la peste negra
oscurecían la tarde como una enredadera
que hacía crecer sobre los cuerpos en tránsito
extraños ropajes
Zapatos enroscados ajenos a su función
se convertían en riesgo y desafío
Vestimentas que materializaban
a un hombre desdoblado
mitad de negro y mitad de rojo o blanco
y rombos
y botones gigantes
y fuelles
delataban el dinero sorpresivo
La posesión inesperada
daba curso a una locura
similar a la de la fiebre del oro
en la futura América
Las calles se llenaban de invictos delirantes
que salían a desparramar
miradas y palabras y genes
Era una fiesta de disfraces
Un carnaval de calles abiertas
a la continuidad de la especie
Esperaban de mí dijeron
un bufón gritando en los estadios
y en los circos oficiales del Imperio
pero vine
y aumenté de culpas los graffitis
esperaban de mí
verme caer
de rodillas
ante la imagen
sudorosa
de un cuerpo
que fingía
ser
todo
vida

viernes, marzo 17, 2006

Ecos V






















("La luz de las coincidencias", de René Magritte)
Chopin

Frederic Chopin


Ecos V

Es usted realmente
A veces la interrogante está en un libro
En un poema que algún fantasma dejó
sobre su mesa de noche
Junto a los restos de ceniza
que el sol borró al salir

Sólo se oyen onomatopeyas ahora
No comprendo
las señales
Hay música grabada
Libros escritos
Escenas de cacería
pintadas sobre un sueño milenario
Se oyen los aplausos los gritos de sorpresa
la carrera desbocada
de los bisontes
las risas las risas las risas
las risas
las risas las risas las risas

de los que creíamos asistir a un programa en vivo

(Continuará...)

martes, marzo 14, 2006

Ecos IV




















("El bosque sagrado", de de Paul Delvaux)

Rondo VenezianoRondo Veneziano- Ave María


Ecos IV

Las preguntas no sirven
Nunca se puede expresar la alegría inmensa
de estar de pie en la historia
cuando la historia no es el hogar que acoge
sino el pantano que lanza al abismo
La
Caída
Eterna
Del
Hombre
desde su palacio de fantasía

La razón no puede comprender el tiempo
el lugar donde injertar la Raíz
en esa erosión de la tierra
que encubre el aliento genésico
El Secreto para renacer
que las madres recitan como fórmula poética
junto al fuego
revolviendo la olla
sin saber desde dónde proviene la receta
Para volver a ser mujer

(Continuará...)

lunes, marzo 13, 2006

Un amor violento

Un amor violento

















("El pequeño ciervo", de Frida Khalo)

Homenaje a mi hermana Crisálida, que se aventura en bosques de alto riesgo.

domingo, marzo 12, 2006

El traje de los murciélagos

MurciMúsica: Angelo Branduardi-Calenda Maia


















("Rhapsody", de Shoshanah Jennings)

El traje de los murciélagos

La fiesta de disfraces estaba por iniciarse y el príncipe de los murciélagos aún no tenía en su poder el traje que usaría aquella noche. La vestuarista estaba desesperada, porque el maravilloso disfraz de ángel que Murci le había encargado, ya iba en su cuarta versión y no lograba satisfacerlo.
–¡Pero, por qué estos brazos tienen una medida anormal!, le preguntaba a Mary, que era la mejor diseñadora de modas de la ciudad.
–No te enojes Murci –le decía ella–, parece que ya te olvidaste de todo... se te alargaron los brazos cuando te quedaste dormido en la ducha colgando de la cortina del baño.
Efectivamente, los brazos tenían una medida anormal y le quedaban las mangas cortas. No se conseguía nada con alargarlas poniendo entrecintas y bolillos. Las garras de Murci se asomaban por todos lados y dejaban ver sus dedos unidos a pavorosas y negras membranas. Él opinaba que tenía todo para ser un ángel. Volaba maravillosamente, era etéreo y ágil como ninguno. Entonces por qué.
–Porque tú eres un murciélago y no un ángel –le decía Mary. Tú y ellos son de especies distintas.
A la hora de probar la aureola, las orejas gigantes lo hacían parecer un duende. No tenía nada de ángel. Él quería lograr una imagen bella y candorosa como la de los querubines que pintaba el tal Rubens. Había visto esos ángeles, una vez, en un hermoso museo de Europa. Pero Murci era totalmente famélico, cualquiera diría que no comía nunca, con qué podría llenar esa hermosa túnica blanca. La aureola no brillaba y ni siquiera se sostenía, a pesar de las enormes orejas. Se le caía una y otra vez, primero hacia un lado, luego hacia el otro.
Cuando Tomás, su primo, entró a la habitación le preguntó si iba a disfrazarse de mono porfiado, como esos de las ferias de diversiones a los que se les debe tirar argollas para ganar premios.
–Seré un ángel, contestó Murci muy molesto y le cerró la puerta en la nariz.
La vestuarista entró a las diez y quince con la nueva posibilidad para su traje de noche.
Esta vez, unas alas gigantes adosadas con plumas y lentejuelas, le permitirían volar de un modo tan especial, que la atención hacia sus dedos llenos de garras, se distraería absolutamente. Pero ahí vino el problema más grave. Los primeros invitados que entraron al salón preguntaron si era un ratón disfrazado de nube. Todos venían vestidos con trajes de rutilante fantasía. Hadas, princesas, caballeros andantes, golondrinas, pavos reales, rosas celestes, abejas-reina.
Y él, escondido tras la cortina del salón principal, sufría sin poder reflejarse en los espejos barrocos, con sus vestiduras de ángel. Pensó en olvidarse de la fiesta. No sólo no tenía traje de ángel sino que todas las tiendas de arriendo de disfraces ya estaban cerradas.
–Yo sé que la gente me encuentra feo –se decía–, pero eso no es culpa mía. Somos diferentes, los ángeles son de la luz y nosotros de la noche, pero no es como para que griten de horror cuando nos ven... ¿por qué no se asustan cuando ven una mosca?, estoy seguro que se dejan influir por la ropa... si me visto de ángel todos van a querer acercarse...
Y así daba vueltas y volvía a caminar sobre sus mismos pasos, pensando cómo solucionar su problema con el resto del mundo. No entendía por qué tenía que sufrir todo esto. Registró el ropero varias veces. Sólo tenía sus ropas de murciélago, formales, de noche, deportivas, de diario. Tenía un disfraz de astronauta, pero ese ya lo había usado el año anterior. Ahora quería ser un ángel.
Con la aureola en la mano, decidió salir a dar un paseo a los antiguos campanarios, para recuperar la paz perdida.
Volaba entre las campanas oxidadas cuando encontró la solución al ver las esculturas de monstruos, quimeras, gárgolas y grifos que cuidaban, con su aspecto feroz y temible, la iglesia.
Ahora lo tenía muy claro. El sería una gárgola.
Voló con una alegría inmensa en dirección a su casa y entró por el balcón, silenciosamente hasta la pieza. Ahora todo estaba allí, la gran solución al alcance de su vista: el elegante terno negro con capa de cuello alto, que usaba cada noche y lo hacía parecer un misterioso príncipe, sería parte de su disfraz. El resto, bastaba con no moverse y simular ser una escultura, instalada sobre alguna columna o una moldura de su salón.
Y así irrumpió en la fiesta, en su propio traje de noche, haciendo una actuación espectacular. En actitud de amenaza, usando como pedestal las columnas decoradas de su antigua mansión, sin decir una sola palabra, fue quien más dio que hablar.
Dicen que los invitados imitaban su elegante e imperturbable postura de príncipe. Por eso, a nadie le sorprendió cuando anunciaron los esperados premios. Murci ganó el Gran Concurso de la Noche de Gala y fue celebrado durante todo el invierno, por una enorme bandada de murciélagos, que lo acompañó orgullosamente en sus migraciones bajo la protectora luz de la luna.

Y desde ese día, los murciélagos sólo se visten con su propio traje de noche...

jueves, marzo 09, 2006

Ecos III

























("Salambo", de Gustave Klimt)


Ecos III

Las palabras nos sobrevuelan
flotan en el espacio
navegan buscando el gran secreto
Construyen el arca
la recubren contra toda tempestad
de par en par se funden
diluvian leyendas
alzan majestuosos los arcos del misterio
por donde pasarán triunfantes a la eternidad

(Continuará...)

martes, marzo 07, 2006

Feliz Día Mujeres de la Tierra, del Aire, del Agua y del Fuego

























(Imagen: J. W. Waterhouse)

Vuelen, Naden, Broten, Amen,
hagar arder el Universo
con el calor de la Creación.

lunes, marzo 06, 2006

Isla



















("La gran familia", de René Magritte)

Isla

Qué sacas con palabras
paloma
La jaula está abierta
y el mensaje perdido
en el tobillo
Sabes que también destruye
una tormenta de sol

sábado, marzo 04, 2006

Ecos II

Canción del elegidoSilvio-Canción del elegido


























(Imagen: Jeri Cochran)

Ecos II

En noches como ésta las invasiones
se agitan proyectando recuentos
contra los velos de bruma
Crecen abonando el olvido
entre gaviotas y pañuelos ondean cielo adentro
Golpean los vidrios
inspirados en antiguas cajas de música
para animar el sueño con sus intensos tatuajes reenviados

y entonces al día siguiente más tarde
Cada mente atada a un cable de color
Como un regalo un presente
una línea
rasguños informáticos
sobre la piel de un animal muerto
en cautiverio
Árboles a los que se les agregarían hojas
con el tiempo
Y buscarían un eje donde rotar
hasta convertirse en papeles crispados
o nervaduras palpitantes
en el tonel de reciclaje


Las palabras se encadenan a las rejas de la muerte
A veces se ordenan con algo de lógica
para resistir en la entretención del desecho
Se asocian por temas
glosarios
Diccionarios etimológicos
Frases Sentencias Constancias
Denuncias Nombres Memoriales
A veces y sólo para mantenerse
se esconden entre los pliegues
algodón lycra piel
de las ninfas que van a morir
A veces sirven de epitafios bellos como afiches publicitarios
Y el roce de sus prendas saturninas enciende antiguos deseos
que en las noches llegan incluso
a reflejarse en los espejos
Se incrustan en las rocas de la piel como joyas imperiales
hasta simular prestigiosas fosilizaciones
tras la urna de un museo

El tiempo las espera soplando sus mejores vidrios

(Continuará...)

viernes, marzo 03, 2006

Ecos

























("Pandora", de J. W. Waterhouse)


Ecos

Toda comunicación es un enfrentamiento
Una caja de Pandora
en el abismo siempre abierto
que exploramos
El lenguaje secreto de las cosas
se despliega en el espacio
rompe la barrera
de los 332 metros por segundo
y como una marea desbocada
alza sus olas
Vibra
se propaga envolviendo la atmósfera
en un ritmo único
indomable

(Continuará...)

jueves, marzo 02, 2006

Silencio II
















Todos los héroes de novela que vagaban
confundidos por la sombra, han vuelto a los
estantes buscando las páginas de sus libros,
como vuelven las ánimas al cementerio cuando
apunta el día.

Teresa Wilms Montt.


Silencio II

Tutankamón no tolera la desnudez siempre lo dijo
PRIVACIDAD EN LAS PIRÁMIDES
El carbono catorce es un abuso de poder contra la
inercia
Me conmuevo de vendas y sudarios
En mil años más supongo ni la esquina ni la catedral
ni las huellas
ni el círculo de plata dibujado en la frente

(Imagen: httpwww.house-of-pharaoh.comegyptian-pharaohsnefertiti_tut.php)

miércoles, marzo 01, 2006

Historial

























("Cómplices", de Mauricio Vico)


HISTORIAL

Fui yo la que descubrió tu locura
y por eso es mía y me la diste
con todos los fantasmas del invierno
Dijimos las mismas cosas
que el amor hace saltar desde los ojos
pero tuvimos que dormir vendados
como faraones malditos
y recurrir a la historia
para alcanzar el pasado
Tuvimos que tolerar buscadores de tesoros
profanadores de palabras
aprendices de adivino
coleccionistas y areneros de todos los museos
Cansados de maldecir nos suicidamos
negando todo vínculo
nos despedimos
mientras las carretelas marchaban a la feria
marcamos jeroglíficos en todas las líneas
del futuro
y desterrados de la muerte
amargos y solos
aún
nos presentimos