Animal cautivo

Hay que asumir que se es un animal, cautivo, entre los límites poco claros del espacio cibernético, universal, dudosamente real. Soy un animal... sólo tengo esa certeza y no me queda otra alternativa que escribir poesía para humanizarme. Tal vez debo decir solamente Escribir. Sé que no es la mejor manera para instalarse en un blog dispuesta a cazar espíritus. Pero tengo un hambre de pasión metafísica que convierte en Dios todo lo que toco.

sábado, agosto 28, 2010

Aproximación al paisaje



Aproximación al paisaje


"Poco me importa que los fantasmas evocados
vengan desde los limbos de mi memoria
o de los de otro mundo".
Marguerite Yourcenar.


Los poetas congregados en los Aquelarres “Brujas en las letras y un Encantador” nos encontramos en este espacio con la intención de hacer girar el mundo a favor de la creación. En algún momento de nuestras vidas hemos abordado un paisaje misterioso que no podemos abandonar. Es el Yo poético que se extiende sin límites en la medida que avanzamos y despejamos el camino tendiendo puentes o construyendo salones donde sembrar columnas y poblar los rincones de inquietantes estatuas. Son diosas con memoria a las que dimos vida y protegimos del tiempo y de la lluvia hasta que aprendieron a hablar y a jugar. Entonces las soltamos para que buscaran un rumbo, un buen lugar para dormir y un destino donde despertar.

     Pero el escenario que habitamos es giratorio como la tierra y lo que se piensa o se vive es tan real como aquello que se sueña. Y el destino es móvil como un carrusel. Va y vuelve entre las vidas que creemos vivir o en las que creamos para que vivan por su propia cuenta una vez que las liberamos, y no importa si olvidan el paraguas o el paracaídas sobre la mesa de disección, a la hora de examinar el oscuro vestido que define la belleza.

     Los sueños provienen de distintos Yoes. La diferencia está en el método que usan para hacer que los tomemos en serio, en los símbolos que dejar caer como reguero de estrellas, piedras luminosas que guían, sorprenden o duelen porque siempre revelan algo sobre la materia creativa del mundo interior, cuando alguna pieza se abre o un tragaluz deja entrever la fragilidad de la planta principal, donde moldeamos el barro de la realidad. A veces un sonido se hace reconocible, una sombra se levanta del pasado y pide la palabra, entonces dejamos abierta la ventana para que sople su mensaje, se retire en paz y vuelva donde debe, porque estamos atentos al deambular del fantasma que pasea por el parque, escribiendo su diario de vida sobre las hojas secas del invierno, sin las inhibiciones del Ser ocupando un territorio prohibido, un género prohibido para la desnudez de la carne, porque no tiene donde materializar su Yo. En los sueños, los muertos pueden vagar libremente sin soportar las groserías de los vivos. Los vivos carecen de diplomacia en cuestiones metafísicas y siempre atacan con preguntas inadecuadas. Luego olvidan lo que se les dice y al cabo de unos días vuelven a asaltarnos con las mismas dudas. Se les caen las cosas de las manos, no miden sus fuerzas, sus posibilidades, no aguzan el ojo, no han hecho sutil al oído, y actúan como sonámbulos pisando las hojas secas y haciendo crujir las nervaduras donde se estanca la savia que fertiliza los jardines de la poesía.

     En este Aquelarre todas las magas y encantadores son habitantes del Yo poético, han oído los secretos de la naturaleza y algo tienen que decirnos. La mesa ha sido puesta para recibirlos y compartir conjuros con la magia de la creación, sus milagros y metáforas.


Lila Calderón


Algunas imágenes

La mesa del ritual

Nuestro público amigo a la espera de la acción


La poeta Lila Díaz
La poeta Ángela Montero en pleno trabajo

Los poetas: Cristina Larco, Theodoro Elssaca, Marina Latorre,
Lila Calderón, María Inés Zaldívar y Damaris Calderón





En el encuentro mágico de ayer, las lecturas poéticas de Lila Díaz, Cristina Larco, Theodoro Elssaca, María Inés Zaldívar, Damaris Calderón y Ángela Montero, además de las acciones de arte y la puesta en escena que incluía hojas secas ocres y doradas sobre el suelo del salón, una fina lluvia de papel metálico cayó suave y armoniosa desde el piso superior, y produjo en los asistentes la sensación de vivir el clima poético que estimula la imaginación y permite que ocurra una y otra vez lo que observamos: un gran número de personas se juntan a compartir el mundo creativo de magos, poetas y músicos. Y cuando vuelven a sus casas tienen la certeza de que es posible desafiar rutinas y obstáculos para festejar en armonía los misterios de la vida con una sensibilidad colectiva que reactualiza los ritos ancestrales, simbólicos y liberadores para situarnos en un espacio sagrado y sin tiempo.




Más información, ver crónica de Amanda Espejo en Revista LA MANCHA:



Fotografías: Yasmín Fawaz

viernes, agosto 20, 2010

Brujas en las letras y un Encantador



La Sociedad de Escritores de Chile les invita a la tercera sesión de su Ciclo de Poesía y Performance “Brujas en las letras y un Encantador”.

En tiempos de la Inquisición, los cazadores de brujas eran conocidos como "punzadores", debido a que su trabajo consistía en detectar marcas diabólicas en los cuerpos de las acusadas. Éstas podían ser cicatrices, manchas de nacimiento, huellas de quemaduras o heridas, incluso lunares, que al ser pinchados con una aguja, no sangraban o la afectada no daba muestras de dolor. Aquel examen era suficiente para detectar a toda bruja en cualquier etapa de su vida. Así es posible encontrar brujas de pocos años que fueron a la hoguera con sus madres y seguramente sus muñecas y mascotas. Ocurría a veces que no se encontraban marcas visibles en alguna sospechosa y en ese caso bastaba el relato de testigos o la inspección de marcas invisibles, en lo cual eran expertos. Como se trataba de un trabajo, recibían un pago por cada pieza cazada. Se cuentan casos en que un sólo punzador entregó a las autoridades una cifra superior a doscientas brujas. Sus honorarios, libres de impuesto, alcanzaron los veinte chelines por cada víctima. Había tantos punzadores en tránsito por pueblos europeos, que a veces debían pelearse las candidatas a brujas para lograr abultar el monedero.

Las mujeres tenemos una larga historia que nos ha retratado huyendo de punzadores, cazadores, lapidadores, torturadores y femicidas.

Hemos tenido que aprender a ser brujas para resistir.

El viernes, el público podrá conocer un conjunto de magas poderosas usando en plenitud sus facultades creadoras... y habrá grandes sorpresas.

Las puertas estarán abiertas y como siempre la entrada será liberada, pero han instalado alarmas antipunzadores. La Casa del Escritor no se hará responsable si los insistentes cazadores terminan convertidos en picadillo para acompañar la pócima de honor.

Pero serán bienvenidos los Quijotes, fieles a sus Dulcineas, locos por la literatura, y capaces de luchar contra todos los gigantes, reales e imaginarios que amenazan con obstaculizar la materialización de sus sueños.




Lila Calderón
Directora de Cultura
Sociedad de Escritores de Chile

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domingo, agosto 08, 2010

Alfonso Calderón, un año después

Recordando al Padre, abuelo y bisabuelo


Alfonso Calderón Squadritto

Ya ha pasado un año desde que recibí abruptamente la visita de la Muerte. Ella vino a buscar a mi padre la mañana del sábado 8 de agosto del año 2009. Pelearon un rato hasta que se lo llevó. Siempre decimos que la Muerte tiene un sentido, que no es el fin, que hay otra vida, que es el destino, que hay que estar preparados, que aquí nada es eterno. Pero cuando ves al padre muerto, ataviado con el pijama verde musgo con el que salió sorpresivamente del sueño, y piensas que a pesar de que no crees en la linealidad del tiempo esto ya no puede revertirse... sientes como rueda el hilo de un secreto engranaje que comienza a marcar un antes y un después. Y ya nada de lo que hagas aquí y ahora te lo devolverá, te quedas además pensando que no te despediste porque él estaba tan bien que tenía todo el tiempo del mundo, te había dictado un texto por teléfono el jueves... y ahora lo ves como dormido, cada vez más pálido y te quedas horas tomada de su mano eludiendo las tareas propias del suceso, y dejándoselas a tus hijas para no desperdiciar ni un segundo de estos últimos que tendrás con él... y le deseas suerte en su viaje, lo felicitas porque hizo un tremendo trabajo y lo entregó, cumplió con su misión de escritor, lector, creador y padre. Y le dices en secreto que cuando le pidan cuentas acerca de cómo usó sus talentos en esta vida no tendrá cómo explicar de qué manera los multiplicó para lograr tanta cosecha... y buena. Le dices que lo amas y le das las gracias, como muchas veces, por todo lo que te ha dado, especialmente por algunos genes (siempre se reía y te daba las gracias a ti por decírselo). Le insistes en que se vaya tranquilo, que ahora debe descansar. No puedes dejar de recordar el frío intenso que habías sentido esos días y las diversas conversaciones sobre la muerte que tuviste con algunos amigos. Le habías dicho a Darío Oses en su oficina de la Fundación Pablo Neruda, cuando te preguntó por tu papá, que estaba mejor que todos en la familia, y además más lúcido, y que era tan ordenado que seguro tenía como 10 años más de vida. Ese día de su muerte y durante varios días se te caían los botones de las chaquetas y tratabas de encontrar alguna señal. Soñabas con él y te desvelabas horas. Ibas al living y mirabas su fotografía y oías su voz diciéndote cosas acerca de libros. En cada sueño lo veías bien y más joven pero te abrumaban las aguas que aparecían siempre a separarlos y se despedían cruzando alguna calle con adoquines brillosos y llenos de espejismos que se desprendían de los charcos de lluvia.

Soñé una y otra vez con Alfonso Calderón y cotejé los sueños con mis hermanas, mis hijas, mis sobrinos. Cada uno traía un sueño nuevo y le buscábamos pistas, sentidos, como si fuera una novela de suspenso. Me imagino que eso le sucede a todos cuando se muere alguien amado al que no queremos renunciar. Aún no dejo de soñar con él, Lo veo en distintas épocas de nuestras vidas y siempre me parece más joven y relajado, pero ya no busco indicios allí, tengo claro que está feliz, que a cada una le manda mensajes, regalos, y que hay mil detalles que nos hacen sentirlo siempre aquí, con nosotros. Le comenté a su amigo de infancia, el poeta Miguel Arteche, que aún estaba muy apenado cuando lo visité hace unos meses, que mi hija Cecilia se había encontrado con alguien que le aseguraba haber visto al fantasma de mi padre leyendo feliz en la oficina donde trabajaba en la universidad. Le conté que yo lo veía en sueños y que estaba feliz, relajado y más joven. Arteche escuchó atento todos los detalles y me dijo que ahora sí se quedaba tranquilo... que si su amigo leía feliz y además estaba más joven, las cosas andaban allá mejor que acá.

Él siempre pensaba en los libros que no alcanzaría a leer y que ya tenía comprados y en lista de espera. Recuerdo cuando era niña y me encantaba entrar a su biblioteca en la casa de La Serena, y correr entre los pasillos de estantes que se curvaban por el peso de los libros, que se disponían en doble fila para albergar la sobrepoblación de autores que convivían sin problemas en ese silencio que yo suponía cargado de secretos. Y era feliz sabiendo que había hileras de libros pequeños, escritos para niños, empastados y con letras doradas para que mi mamá nos leyera a la hora del almuerzo y con los cuales era imposible aburrirse, porque eran muchos y porque mi mamá les cambiaba los finales para mantener nuestra atención. Eso me emocionaba bastante, y también a mi hermana Cecilia, la menor, pero mi hermana Teresa se indignaba y le iba a contar a mi papá que ella estaba contando de otra manera el cuento, y a él le daba ataque de risa, solía reír a carcajadas con nuestras inocencias que tal vez reconocía de sí mismo. También se reía mucho con sus chistes fomes que nos contaba cuando quería entretenernos o con unos dichos a los que no les encontrábamos ninguna gracia, como “Esto es más viejo que el hilo negro” o “Del uno, dijo aceituno”, “me están contando el cuento del tío” o más sabe el diablo por viejo que por diablo. Con la Tere nos mirábamos a los ojos como diciendo “exijo una explicación”, hasta que un día se me ocurrió que nosotras inventáramos chistes y fue maravilloso. Descubrí el absurdo. Y lo alimentamos hasta que se lo llevamos de regalo un día a la hora del almuerzo y entonces nos tomó en serio. Yo empecé a escribir y a formar mi primera biblioteca que él incrementaba con regularidad. Le debo esta relación con la palabra, y con el humor, pero también con el cine y la vida. Me parecía un sabio que comprendía tan a fondo todo lo que ocurría en la tierra y en todos los tiempos. Aunque le preguntara las cosas más extrañas, él siempre intentaba una respuesta coherente o motivadora para que yo misma investigara más. Aprovechaba al mismo tiempo la ocasión para dar de inmediato bibliografías o enviar directo a revisar el diccionario. Fue así como me entregó fórmulas para explorar rutas donde descubrir los tesoros que provee la investigación y disfrutar del logro, como si se tratase de un banquete al que se podía invitar a quienes padecían de nuestro mismo apetito, más bien del hambre voraz que lo llevaba a buscar, conocer y citar. Porque ése era el modo de establecer sus nexos con la humanidad. Él sabía y asumía su rol, reconociendo que al entrar en escena, como actor creativo, ya existían el teatro, las máscaras, el público, el lenguaje dramático y se seguían oyendo los ecos de aquellos grandes autores que dieron vida a la épica, a la tragedia y la comedia. Así, para mi padre la tierra entera era el lugar de los hechos, el detonante de la poesía y el sitio del suceso, que se le hacía crucial registrar, usando las diversas posibilidades de la escritura, a través de la crónica, los diarios de vida, de viajes, las memorias, y la poesía, respetando la tradición literaria, aunque trazando una ventana que le permitía recuperar e incorporar en su obra, todos los pasajes relevantes de la historia humana, donde hay lugar para las citas y el rol de los referentes, como quien dirige el drama, registra los diálogos y autoriza también al interior de la escena la función del apuntador, que quizá le hubiese parecido el fiel representante de la memoria colectiva.

Trabajamos en varios libros durante los últimos años. Conformábamos el equipo con mi hija Lila y eran geniales nuestras reuniones y el circuito de libros, fotocopias y manuscritos que transitaban entre nosotros o se intercambiaban de departamento a departamento a través de radiotaxis o encuentros dominicales. No puedo olvidar su presentación del libro “Ventura y desventura de Eduardo Molina” (Ed. Catalonia, 2008), en el Centro Cultural de Las Condes, con Eduardo Infante y Adriana Valdés —que estuvieron entretenidísimos—, y luego en una tertulia organizada en La Casa del Escritor (SECH), que fue como su despedida, vibrante y llena de aplausos, donde se veía emocionado, feliz. Lo llamé al día siguiente para decirle lo genial que había estado todo, con un público extraordinario, tan motivado y participativo. También lo acompañé cuando dictó la conferencia “Memoria e imágenes del Yo”, en la Universidad Diego Portales —donde trabajaba—, en el contexto de la Cátedra Roberto Bolaño. Lo felicité y le dije que estaba en su mejor momento. Me preguntó si no había estado muy aburrido, yo le dije que eso jamás ocurría en sus presentaciones, sólo que no me explicaba cómo funcionaba su memoria, que era capaz de almacenar y conectar tanto dato y que se veía que nunca tendría alzheimer, así es que seguiría siendo oficialmente mi Google.

Me alegra también que haya alcanzado a conocer a mi nieto Antonio, del que
se sintió muy cercano porque sospechaba que tenían algo en común, luego de verlo sentado en su cuna intentando atrapar un rayo de sol que zigzagueaba por el viento entre las cortinas del atardecer...

Mi conexión con él era de alma más que de piel. Y eso perdura.


La Familia

Teresa, Cecilia y Lila Calderón

Teresa, Cecilia y Lila Calderón


Mi hija Lila Díaz Calderón

Mi hija Cecilia Díaz Calderón

Mi nieto Antonio Rojas Díaz


El domingo 15 de agosto se dieron a conocer los nombres de quienes obtuvieron los Premios Municipales de Literatura 2010. "El Vicio de escribir", libro póstumo de Alfonso Calderón, publicado por la Editorial Catalonia, fue el ganador en la categoría Ensayo. Felicitaciones, Papá.
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lunes, agosto 02, 2010

Segundo Aquelarre poético



La segunda sesión del Ciclo de Poesía y Performance “Brujas en las letras y un Encantador" fue realmente inolvidable tanto para los magos poetas como para el público asistente. Las anfitrionas Lila Calderón y Marina Latorre sostuvieron un diálogo que recordó a los poetas surrealistas en sus introducciones para crear la atmósfera adecuada y cerrar las puertas a la vil prosa cotidiana, cuestionada en su realidad a través de la antigua metáfora acerca de la búsqueda de la rosa azul, que Marina trajo al presente con la rosa de laboratorio, creación transgénica que roba a la flor del pensamiento su color de gamuza azulina para inyectarlo a la rosa blanca. La temida ciencia-ficción de los grandes autores visionarios como Huxley, Philip Dick, Asimov y Bradbury entre otros, es la realidad de hoy que resistimos con poesía.

El Encuentro contó con la participación de: Ana Partal, Juany Rojas, Elisa Alcántar, Alejandro Wasiliew, Rosa Alcayaga y Amanda Espejo, de los cuales entregamos aquí algunas pistas acerca de sus vidas.


Ana Partal
Es una Maga blanca que escribe poesía y hace conjuros cibernéticos desde su casa sideral, mimetizada con algas, fósiles y roqueríos marinos donde recibe barcos del pasado cargados de doblones y con cuyas capitanas intercambia pócimas, encantamientos ancestrales y la mejor poesía del siglo de oro de la magia. Trabajó como miembro del equipo editorial de la Revista Imaginaria en un colectivo brujeril en los tiempos más oscuros del país, con los colegas Manuel Andros y Paz Molina con quienes compartió aventuras que ya figuran en el libro patrimonial de la Magia atávica. Ana fomenta el amor y la poesía entre sus semejantes aunque al igual que Milan Kundera, dice que hay que tener cuidado con las metáforas porque son peligrosas. “El amor empieza con una metáfora. O lo que es lo mismo: el amor empieza cuando una mujer introduce su primera palabra en nuestra memoria poética".


Juany Rojas
Alquimista celeste, conocedora de los saberes que guardan y atesoran plantas y animales, puede leer el futuro en los ojos de las estatuas. Su inicio en la poesía se produjo en la Dinastía XVIII de Egipto, cuando era escribiente de la reina Nefertiti. Allí aprendió también astrología y el lenguaje de las serpientes, de las cuales recibió él secreto de la verdadera razón de su cambio de piel, del poder sanador de su veneno, y la fórmula creativa de antídotos para su mordedura. Juany conoce la visión de los ofidios acerca de lo que verdaderamente ocurrió en la escena de la manzana en el Génesis. Comparte con el escritor Juan Carlos Onetti la sentencia: "La manzana que Eva ofreció a Adán era sólo un objeto episódico; si le hubiera ofrecido la serpiente también se la hubiera comido". Juany Rojas es letal al decir como el gran realista ruso Fedor Dostoievski que: "El áspid de la vanidad literaria infiere a veces mordeduras muy hondas y hasta incurables, particularmente en los hombres de pocos alcances".



Elisa Alcántar Cereda
Maga de la Luz y la solidaridad, recibió el conocimiento ritual de la Hermandad Andina donde oyó las voces de sabios constructores de ciudadelas y castillos protegidos por redes laberínticas y senderos que conducen a los secretos de la palabra, porque como dice Federico García Lorca: "La creación poética es un misterio indescifrable, como el misterio del nacimiento del hombre. Se oyen voces, no se sabe de dónde, y es inútil preocuparse de dónde vienen". La Maga Elisa es Acuariana en el occidental y Serpiente de Madera en el oriental... Su gran poder se revela sobre la fuente transmutadora donde trabaja organizando letras y palabras hasta que avizora la luz vibrante de la diosa Kwan Yin, esencia misericordiosa que arrasa con todos los obstáculos con los cuales la realidad interrumpe el encuentro crucial entre el creador y sus materiales. La Maga Elisa late al ritmo de la armonía universal cantando como Gabriela Mistral “Dónde quedó la madre augur, que desde cuatro siglos llama, en toda noche de los Andes”.


Alejandro Wasiliew
Hechicero y médico brujo del Cáucaso, posee poder para curar enfermedades del alma y el cuerpo, producir lluvias purificadoras y asegurar el triunfo sobre el mal si está en trance poético. Su voz que musita letanías y conjuros une las peticiones terrenales de oriente y occidente en la búsqueda de una sociedad nueva y justa. Fue él quien puso fin a las oscuras maniobras de Iván el terrible y adquirió sus secretos, los que guarda en un viejo libro rescatado de una librería de la calle San Diego. Es experto en recuperar libros mágicos que se esconden tras los estantes de los libreros ermitaños. Quiere reinstaurar los postulados de la colonia Tolstoyana en una hacienda autosustentable con los amigos artistas de quienes se rodea. Cree en la felicidad y sigue la máxima de León Tolstoi: "El secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere, sino en querer siempre lo que se hace". A veces bebe sus licores mágicos para atraer la buena voluntad de los astros y cazar imágenes sorprendentes en su cámara fotográfica, arte que también domina con maestría.


Rosa Alcayaga
Es una Maga de alma muy antigua que se autodefine como "aprendiz de bruja", pero eso ocurre por la humildad característica de los sabios. Es una creadora que está atenta a ayudar a todos los seres perseguidos y humillados a través de la historia, especialmente a quienes han sufrido muertes violentas por la mano de un cruel opresor que se asigna el poder. Rosa esgrime siempre la espada de la justicia y se preocupa de reivindicar los derechos de la Madre Universal. Es así un espíritu indómito y rebelde frente a las condiciones de vida de la mujer desde que ésta puso su pie sobre los pastos húmedos de la prehistoria y conservaba aún sus aletas, sus escamas, los poderes telepáticos y el don de la trascendencia. Ha sufrido por la caza de brujas, que en sus diversas manifestaciones ha llevado a sus presas a la hoguera, la lapidación, el despojo, repudio o tortura, y en su corazón realiza diariamente la alquimia que permita calmar el dolor de esas almas que buscan la paz y ayudarlas también a abandonar las celdas del miedo. Rosa se siente responsable de organizar la cruzada que permita la liberación final de todas ellas, contra las cuales la humanidad cometió y comete aún actos de barbarie. Y no hay perdón ni olvido porque como ha dicho Agatha Christie: "Los viejos pecados tienen largas sombras".


Amanda Espejo
Sacerdotisa de la fertilidad cósmica, es una creadora y transmutadora de energías que posee una curiosidad innata por entender las manifestaciones más sutiles de la vida. Descubrió el poder de las fuerzas eróticas de la naturaleza que mantienen incólume el don de la vida. Sabe, como Anais Nin que "El erotismo es una de las bases del conocimiento de sí mismo, tan indispensable como la poesía". Amanda es una Sacerdotisa de carácter sensible e intenso, desde su morada en la comuna de Quilicura participa en la edición y difusión de la revista La Mancha, en donde tienen cabida todas las almas que padecen la pasión de escribir. El corazón de la Maga Amanda crea melodías que nutren el ritmo de los vientos y en ellos envía los mensajes que intercambia con los propagadores de la magia cibernética y terrena. Posee el saber que tenían en la antigüedad las curanderas, los chamanes y sabe interpretar para el mundo presente la profecía de las sibilas. Ella entrega su vida a la creación y ayuda a los extraviados a encontrar el camino renunciando a todo hermetismo porque como dice Gustave Flaubert: "Un corazón es una riqueza que no se vende ni se compra, pero que se regala".



La actriz Melina Rodríguez entregó un trabajo emocionante que estremeció hasta el corazón y los cimientos de la Casa del Escritor con un texto intenso y profundo de su autoría, interpretado desde el escenario a oscuras, luego de apagar luces y velas. El registro que consigue con su mágica voz es difícil de describir, lo cierto es que luego de oírla se activan los circuitos de la intuición creadora, reveladora, generadora...

La poeta y maga María Alicia Pino, interpretó el mundo poético de la Maga Somm, de California, quien participó de manera mediumínica, a través de la entrega de tres poemas organizados con el título: "La Diosa de la Lluvia Llora", dedicados al poeta chileno Carlos Órdenes Pincheira, quien participará en octubre como Encantador en este ciclo.

La Maga Patricia Pinchón asombró al público al entregar su conjuro en latín para descubrir a las verdaderas brujas, quienes esperan que nadie pueda memorizarlo todavía, al menos hasta que termine el ciclo.




Agradecemos la crucial colaboración de todos quienes estuvieron presentes haciendo registros fotográficos: Natalia Bauer, Sergio López, Yasmín Fawaz, Manuel Ovalle y Nancy Molina.






Lila Calderón
Directora de Cultura
Sociedad de Escritores de Chile