Animal cautivo

Hay que asumir que se es un animal, cautivo, entre los límites poco claros del espacio cibernético, universal, dudosamente real. Soy un animal... sólo tengo esa certeza y no me queda otra alternativa que escribir poesía para humanizarme. Tal vez debo decir solamente Escribir. Sé que no es la mejor manera para instalarse en un blog dispuesta a cazar espíritus. Pero tengo un hambre de pasión metafísica que convierte en Dios todo lo que toco.

sábado, octubre 23, 2010

Gran Noche de Brujas en la SECH


Estará de miedo

Los esperamos en la Casa del Escritor ubicada en 
Almirante Simpson Nº 7 (Metro Baquedano). 
Domingo 31 a las 21:00 horas.

Lila Calderón
Directora de Cultura
Sociedad de Escritores de Chile
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lunes, octubre 11, 2010

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¿Final de un viaje?


Rodrigo Alejandro Sierra*



No quise hacerme ideas. Sólo fui. Últimamente he optado por esa estrategia para no sufrir decepciones. No esperar nada. Sólo vivir.

Debo haber llegado unos veinte minutos antes de la hora, pasé un rato mirando las calles, buscando la dirección. Recuerdo que tropecé cuando me inclinaba para cerciorarme de que era el lugar donde yo iba. Al frente había algo así como un instituto de danza, se veía mucha gente agolpada en la entrada, conversando en voz muy alta. Me sentí algo observado, así que agaché la cabeza. Cuando levanté la vista, vi el letrero que decía “Casa del Escritor”. Me había prometido a mí mismo averiguar qué era ese lugar antes de ir, quién y cuándo lo había fundado, qué se hacía allí. Pero no lo hice. Una vez más me fallaba a mí mismo.

Entré y vi un pizarrón con una consigna de apoyo a los presos mapuche que se encontraban en huelga de hambre. Eran días cargados de un aura extraña. Cada vez que comía pensaba en ellos. Y por lo visto no era el único. Pasé entre unas cortinas blancas, llegué al salón central de una casa antigua, de inmediato me dejé agradar por la arquitectura del lugar. Había un escenario con luces, dos entradas a otros salones, una escalera que giraba y terminaba en un segundo piso como un gran balcón, que rodeaba toda la primera planta. Las ventanas tenían vitrales que no alcanzaban a distinguirse bien, pues ya era tarde y estaba oscuro. El vitral junto a la escalera tenía una imagen que me pareció un ángel. Quizá sí lo era. Quizá fue que quise pensar que la imagen que me ha seguido gran parte de mi vida, también estaba allí para recibirme. Ahora sé que en el fondo, gran parte de lo que estoy relatando, puede haber estado dado por una moción interna, un gran deseo de que aquella fuera también mi casa.
Todo el primer piso estaba ordenado con filas de sillas en dirección al escenario. Había flores de la pluma (si es que no estoy equivocado) regadas por el piso y los asientos. El olor me impactó. Era una delicia violácea, una idea femenina, o hasta algo materna. Suelo pensar en mi madre.
Me senté en tercera fila. Observé a la gente. Vi a algunos con sombreros en la cabeza. Al parecer en la invitación decía algo sobre asistir con sombreros llamativos. De todos modos ya era demasiado tarde.

Luego de algunos minutos, se dio la bienvenida y se dio comienzo el evento. Se llamaba Aquelarre y era la cuarta versión. Me imaginaba qué tan descabellada podría ser una reunión de brujas. Más aún, qué hacía yo ahí.
Lo primero fue un joven que cantaba blues con una guitarra. Recuerdo que dijo que su intención era tornar el ambiente algo más “azul”. Me gusta pensar en mezclas de sentidos, la sinestesia es mi mejor aliada. Me gusta pensar en cosas que no existen. La voz del hombre se notaba un poco quebradiza. Me perdí en las palabras de su canción. No podría recitarla, pero me quedé con la sensación de un alma perdida por las calles de una ciudad, y un amor no correspondido. Algo así como el viaje que había realizado toda mi vida para llegar hasta ahí.
Después comenzó el recital de poesía. La verdad, me siento un poco mala persona, porque no retuve el nombre de ninguna de las poetisas ni del poeta que esa noche presentaron parte de su trabajo. Sólo retuve las emociones. De corazón espero que ese haya sido su objetivo, pues es también el mío cuando escribo poesía.

La primera poetisa me marcó con los sonidos. Tenía gran emoción en su escritura. Recuerdo notables onomatopeyas que no parecían salirse en absoluto del contexto de sus versos. Ha sido un recurso que jamás me he atrevido a utilizar. Transformó su poesía en una propuesta teatral, incluyó de alguna forma otra dimensión en su expresión, la vocalización se transformó en palabra, también aportaba información, también aportaba sentimiento. En su último poema, me impregnó un silencio oscuro en el pecho. Habló sobre su madre, sobre su madre muriendo. Entonces recordé mis brazos sosteniendo el cuerpo frío y pálido de mi madre. Recordé que soy un huérfano.
Ella misma llevó a cabo un conjuro: la “Queimada”, un brebaje lleno de simbolismo, reescritura de sus ingredientes en la mezcla final, un aporte de la naturaleza, cuyo objetivo final era apartar las malas vibras, atraer el amor a la vida. Se recitaba una especie de salmo. Encontré algunas alegorías a un ritual antiguo, por un momento pensé estar en una misa profana.
Quien continuó fue una joven poetisa. Recuerdo sus alusiones a culturas antiguas, a un sentimiento múltiple de soledad colectiva. Habló sobre naturaleza. Su creación era marcadamente femenina, ello llamó mucho mi atención. Joven y clara, sus palabras eran las de madurez tras la experiencia, pero una experiencia aún muy reciente.
Después vino la lectura del Ars Poétique, de Rodrigo Lira, en clara alusión al poema del mismo nombre de Vicente Huidobro, la clara manifestación del creacionismo. Rodrigo Lira tomó la obra de Huidobro y la transformó, la reconstruyó en la manifestación más actual de la vida perdida en la urbanidad, un sinsentido temible, esperando tras la puerta a la calle. Refiriéndose al mismo tema, dijo algo nuevo, cargado de humor negro e ironía.
A ello, le siguió el “encantador” de la noche, el único hombre invitado a exponer su obra entre las poetisas. Hubo una gran reiteración de la soledad urbana y la muerte de la madre. Es extraño pensar en palabras que se acercaran tanto a lo que ha sido mi vida en el último tiempo.

Por último, recitó una poetisa mayor, con un aire maternal imposible de ignorar. Relató en verso la historia de Juana de Arco, puesta en sus palabras, en un gran replanteamiento de su rol en la historia, una nueva visión de su persona, un relato ya contado, esta vez con un ángulo nuevo, siempre con el énfasis en la empatía entre la mujer hablante y Juana, una conexión de entendimiento femenino. También habló sobre París, trajo a Chile sus olores y colores, construyó una ciudad nueva en su poema, teñida de su nostalgia y su cariño.

En varios momentos durante el evento, desde el segundo piso, caían pétalos de rosa, blancos, rojos, rosados. Fue un baño de flores, una tinción del aire que nos rodeaba, como si ya no hubiese estado suficientemente enrarecido. Vi flotar violeta, miel, humo de lirios, blancos, turquesa, celeste, azul. Viví tristeza y erotismo, melancolía, una historia ajena y mi propia historia. Y luego pensé que todo había sido una gran sinestesia, una gran reescritura. Porque al final la sinestesia es la reescritura de una vivencia, de un sentimiento, de una sensación, algo de otra dimensión, que aterriza y se materializa sobre un texto en el papel. Pero de ser así, toda escritura sería en realidad una re-escritura, una transformación de sentimiento en palabra, algo que nuestra alma ya había escrito, y ahora quiere ser puesto en un concepto ante nuestros ojos. Si esa base es común entre nosotros, ¿cómo inventar nuevos sentimientos?, ¿cómo pintar con colores que no existen, que nuestros ojos no ven?, ¿cómo componer con frecuencias inaudibles?

Esa tarde tuve un sentimiento de arraigo espontáneo pocas veces visto en mí, dada la permanente extranjería de mi propia existencia. Quise volver. Quiero volver. Aún no lo hago, pero pronto lo haré.

Septiembre 2010



Rodrigo Alejandro Sierra Rosales
Escuela de Medicina
Pontificia Universidad Católica de Chile

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viernes, octubre 08, 2010

En el espejo de la humanidad

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El fenómeno de la reescritura


(y el de flujo de la conciencia)


Juan Ignacio Pomés A.*



Un maestro una vez me dijo que ya todo estaba escrito. Que no importaba cuan original fuera una idea, de seguro ya había alguien que la hubiese puesto por escrito. En lugar de eso, de buscar historias nuevas, me alentaba al trabajo. Que innovara no el cuento o el poema, si no la forma en que se entretejen los versos o se relata la historia. Que lo abordara de este punto o aquél.
Lo que el viejo Morris quería era enseñarme a reescribir.
La reescritura, que está en todas partes, en muchos niveles, en muchas citas, en hipos e hiper del texto y la textualidad. Pero la verdad es que no,
que no
se puede
encasillar.
Después de pasar por la casa del escritor, que no es más que una reescritura de todas las casas de todos los escritores, saltó a la vista que es un fenómeno espontaneo, libre, inconsciente. Algo que se escapa, como algunas poesías, como ciertas novelas. Porque estando en ese Aquelarre, casi paso por alto la reescritura del Encantador, casi se me escapa, como su poema de los “Alevines”, que Francisca Valenzuela podría haber reescrito en su canción “Peces”. Porque el poeta, Carlos Aránguiz nos bañó con un sentimiento más viejo que el mundo: compartir un sueño. En “Juntémonos en un sueño” lo dejó clarísimo, al igual que Cortázar años antes, cuando escribió el capítulo 143 de su gran Rayuela; que habla de Traveler y Talita, que en la misma cama, con los mismos autos, almohada, comida, sábanas, piernas entrelazándose y aire sueñan cosas distintas. ¿Cómo puede ser? Son tan solo unos cuantos centímetros de piel y hueso antes de la materia gris, sin embargo es como si nos hundiéramos cada uno en un mundo paralelo. Lo que nos lleva a la trilogía de la Materia Oscura, de Phillip Pullman y su centenar de mundos paralelos.

Pero insisto, ¿dónde entonces hay un sueño que compartamos? A Talita, la verdad, no le importa, pero a Traveler, al Encantador y a mí nos tortura. ¿Por qué no podemos concertar una cita en un sueño? ¿O será que como Oliveira y la Maga estamos condenados a andar sin citas, apretando el tubo de dentífrico desde arriba? Porque por más que trato, aunque sea un solo sueño, como dice el Encantador:
“mío o tuyo
a medianoche
cuando se crucen nuestras piernas
bajo las sábanas”
Incluso si te encuentro
En la mañana te desvaneces
Te disipas como la niebla
Hasta condensarte a mí lado
Con la memoria en blanco y
“Temblando
Como una luna en el agua” (Capítulo 7 Rayuela, Cortázar)
Parece ser una maldición que pesa sobre nosotros. Y aunque nos escribamos y nos reescribamos, no vamos a llegar a ese sueño. No nos vamos a encontrar. Estamos condenados como Oliveira y la Maga, que hacían el amor escuchando jazz y jamás pensaron pasear por la mente, pegajosa de sueño, del otro.
Pero solo estamos divagando.


Al final del Aquelarre, una Bruja anciana y sabia, cuya poesía se extendía al infinito en papeles encadenados el uno al otro, hizo lo que pensé imposible. Reescribió pasajes históricos, de su vida, de la de otros. Esto hace que se nos antoje un terror irracional. ¿Es qué no hay escapatoria? ¿Es que la reescritura está en todas partes? Es como si no pudiésemos concebir un pensamiento desligado del inconsciente colectivo. Pero no es así. Creo, que toda reescritura es tan original como la primera y la anterior a esa.
Pero creo también que… Sí, en realidad, no podemos escapar a ella, que trasciende las artes, se mezcla entre ellas, pasa por el cine, las artes plásticas, las visuales, la música, las letras. Y vuelve a empezar y baña el resto de las ramas de la cultura.

Y es que el verdadero límite de este fenómeno, que como un conjuro empaña el espejo de la humanidad, es la persona misma. Porque somos reescrituras unos de otros, de nuestros padres, de nuestros ídolos. Tal cual mi Cata lo era de la Maga. Y así revivimos la escritura de Rayuela, con su capítulo 68 y algunos otros, tropezándonos en el 7, llorando juntos cerca del 1 y el 56. Incluso vagamos por el 143 y enredamos las piernas en alguna parte del 2 o el 3. Ahí fue, como dice Carlos el Encantador, que descubrí que la mano de Dios eran sus caderas.

En fin, digo que la reescritura termina en nosotros mismos, porque al igual que Oliveira y la Maga, no volví a ver a Cata una vez que se fue a pintar al Pont des Arts. Lo único que me quedó de ella fueron los cuentos que le leía para hacerla dormir, los peces de Francisca que olvidó en mi Ipod y el sabor a verano y canela de sus labios.




* Juan Ignacio Pomés A.
Escuela de Derecho
Pontificia Universidad Católica de Chile
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lunes, octubre 04, 2010

Cuarto Aquelarre poético


Carolina Quinteros
Ana María Vieira


El respetable público
Lila y Marina, con la primicia 
de la Revista Portal Nº 38
que presentará en el 5º Aquelarre

Carlos Aránguiz


Carmen Gaete





















Presentaciones de los magos


Ana María Vieira
Nació en Santiago en el Hospital Salvador donde su padre, un médico brujo, la trajo al mundo y le enseñó los secretos de la vida terrenal. Durante su infancia descubrió la poesía cuando abrazó un eucalipto gigante y sus corazones latieron al unísono. A los 11 años escribió su primer poema desde donde surgió un río que cantaba sobre las piedras sumergidas. Esta maga de la luz rechaza la envidia, la vulgaridad y la injusticia. Ella lucha por la búsqueda de sentido a la existencia. Explora la semejanza entre los seres del mundo: las esencias que unen y que dan fruto, como ocurre en su editorial independiente, la Editorial Semejanza. Ha publicado 4 libros de poesía, uno de cuentos y algunas fórmulas mágicas que han sido traducidas al sánscrito y latín. Para dar inicio a su participación, nuestra invitada realizará una breve "Queimada", rito simbólico proveniente de la tierra de sus antepasados, tierra de brujas del norte de Portugal, frontera con Galicia, Región del Miño. ¡Adelante Ana María!

Carolina Quinteros
Nació en Viña del Mar, es una Maga profesora que enseña las alquimias del Lenguaje a brujos, hadas y duendes de la Quinta Región, quienes se encuentran cumpliendo con su proceso de metamorfosis para convertirse en humanos. En su primer libro titulado “Nicho 56”, anuncia que: “La lluvia es más tormenta en los templos de las almas de los muertos”. Tema que recorre las páginas dejando tras de sí un reguero de pétalos que muestran el deseo de seguirle los pasos a la Muerte para desenmascararla a para conjurarla y ponerla en su sitio, recordándole que su presencia no tiene ninguna importancia, aunque nos persiga y haga gestos o muecas como al jardinero persa en el cuento de Cocteau. Porque cuando nos toma del brazo atravesamos el espejo y aparecemos cantando en una nueva vida mejor que la anterior. Dice la poeta: “Eres piedra, eres cemento, eres arena y polvo, poesía de los muertos, que arrastra los escombros por las hojas de algún verso”.


Carlos Aránguiz
Nació en Antofagasta. Es un Encantador abogado, juez y escritor, miembro de la Sociedad de Escritores de Chile y de la Academia Chilena de la Lengua. Gracias a su poder creativo y a la magia desatada en su oficina, luego de asegurarse de que ha quedado bien puesta la doble llave, ha podido escribir los libros: “Cuentos bioceánicos”, “Cuentos de la Carretera Austral”, “La condesa de la Patagonia”, “La estación del olvido” y “Piel de naufragios”, entre otros libros de narrativa y poesía. Su trabajo terrenal y centrado en hacer justicia con todas las de la Ley, lo ha llevado a desempeñarse en el Primer Juzgado del Crimen de Valparaíso, ha sido juez en el 1º Juzgado de Letras de Los Andes, en el 1º Juzgado del Trabajo de Valparaíso y en el 6º Juzgado del Crimen de Santiago, además de fiscal en la Corte de Apelaciones de Coyhaique, y desde 1988 ministro en el tribunal de alzada de Rancagua.


Carmen Gaete
La Maga Carmen Gaete Nieto del Río nació en Valparaíso. Su madre, también bruja, era una gran dibujante que pertenecía a la Alianza de Intelectuales, una Institución más antigua incluso que la SECH, por lo cual a su casa llegaban destacados escritores y artistas como Augusto D´Halmar, y Gustavo Labarca Garat entre otros, lo que marcó sus inicios en el mundo de la magia cultural y creadora. Estudió danza clásica y piano, ha publicado siete libros de poesía y su vida ha estado vinculada a la cultura en su trabajo en Ministerios, y Embajadas. Entre las lecturas importantes en su formación juvenil se encuentra el libro “Los Miserables” de Víctor Hugo.  En él descubrió la injusticia social y las grandes luchas provenientes del shock de la realidad, que luego refleja en su poesía, a veces sarcástica, rupturista y experimental. En el año 1952, la Revista Ercilla publicó su primer poema “Sonámbula”, inspirado en las calles de Santiago. En la actualidad trabaja en su libro sobre París, escenario de la efervescencia del amor, la vida y el arte.



Tras bambalinas en los Aquelarres



Hay mucha vida y compromiso energético de un inmenso grupo de personas en los Aquelarres. Y por supuesto hay humor. El humor refleja el proceso interior de enjuiciamiento de la realidad. El humor es un trabajo serio. Reír y llorar cumplen funciones catárticas que permiten aplacar la violencia provocada por las frustraciones del día a día. A título personal puedo afirmar que no concibo otra manera de vivir que no sea poniendo cada cosa en su sitio con humor para resistir el absurdo de la cotidianidad… y para comprender al ser humano sin esperar de él conductas divinas para un registro de las Sagradas Escrituras. Pero sí es importante poner atención a las reescrituras, a la recreación que acerca el espíritu a los confines de la luz que humanamente buscamos o presentimos como motor del ser.

       Los poetas nos entregan la magia de su mundo literario y gracias a la poesía podemos sentir que el trabajo de crear nos acerca a los dominios de la Libertad que ejercitamos quienes participamos en los Aquelarres como poetas-magos, alquimistas, organizadores, audiovisualistas que registran tanto la acción en desarrollo sobre el escenario, como al público presente en el salón o en las escaleras o los balcones del segundo piso de la Casa del Escritor, grabando la lluvia de goterones plateados (que se deja caer sobre los paraguas abiertos desde las lámparas hacia el cielo raso) o la primavera que invade el salón con sus pétales de colores para caer azarosamente mientras una poeta lee justamente unos versos que hablan acerca de las flores que se deshojan con el viento en primavera.

        Los Aquelarres son abiertos porque se originaron con la idea de tender puentes, conectar almas y dejar manifestarse en plenitud el espíritu femenino congregador que se enriquece con el cruce de distintas artes, y ritos que se realizan citando prácticas mágicas, conjuros y poemas. Hay vestuarios alusivos que apoyan la caracterización de los personajes para dejar de lado el ego protagónico del Yo y permitir el desplazamiento del poeta hacia lo performático. Por su parte la puesta en escena cita el escenario de ciertos rituales que en su ejercicio simbólico-religioso necesitaron crear un espacio protegido y memorable que se construyera fuera del tiempo y de la realidad.

       En los Aquelarres hay músicos que hacen vibrar todas las cuerdas de sus violines, sus guitarras o sus voces, hay jóvenes brujos que se encargan de la producción, a través de ellos llegan las hojas otoñales y los pétalos vibrantes, se instala la utilería, la puesta en escena se materializa. Hay fotógrafos que buscan ángulos, perspectivas para captar la imagen que pueda mantenerse con vida cuando se acabe la fiesta, porque la poesía es fiesta y surgió al alero de los juegos, del canto, de la recreación del Yo y las emociones que lo estremecen. La poesía es belleza y dolor, es vida, fertilidad, anuncio.  Y doy las gracias a todos los que nos acompañan en esta aventura de transmutación de la realidad que es también una práctica de resistencia.


Lila Calderón.


Ver más información en: Revista LA MANCHA: NOTICIANDO / Cuarto Aquelarre en la Sech.


Sobre Revista Portal en:  http://marinalatorre.blogspot.com/

domingo, octubre 03, 2010

"Animal Cautivo" de Lila Calderón


Por Isabel Gómez





“Y quien haya incendiado/ sus originales secretos tallados en tablillas,/ o grabados en papiro,/ los verá caer allí otra vez/ Como Lluvia/ o extenderse/ a modo de subtítulos de vapor/ sobre el cielo o el recuerdo/ bañándose en las mismas aguas del principio/ donde nosotros los de entonces volvemos a ser los mismos”. En su discurso literario la poeta nos introduce en la magia de la creación en donde los íconos y el concepto se unen a través de una mirada, en ocasiones cinematográfica, para mostrarnos una percepción del cosmos y de los sujetos que se adentran en esa dimensión.
Animal Cautivo, nuevo libro poético de Lila Calderón nos sitúa en un escenario donde confluyen tópicos, desde el objeto y el sujeto en creación, esta experiencia poética provoca en nosotros, encuentros y desencuentros de manera constante. El libro está dividido en capítulos que nos adentran en diversas situaciones de vida humana, tanto mística, como metafísica, contemplando las visiones de temporalidad, individualidad y espacialidad. En el primero de ellos: “La Representación de la Tierra”,  la poeta describe el planeta a través de situaciones que nos trasladan a espacios cerrados, en donde no es fácil la convivencia, el diálogo, la poeta señala: “El planeta es un rondó carnívoro./ Está todo tan amarrado que el tiempo/ no tiene más que dejarse llevar/ por el desliz del vapor…”. Es allí donde el planeta se nos muestra, a través de caleidoscopios donde las palabras nos introducen en este viaje del ser. En estas páginas la imagen juega un papel fundamental para entramar los hechos desde una mirada crítica. Cito: “Las risas/ de los que creíamos asistir a un programa en vivo”, en donde este animal cautivo, observa, analiza y cuestiona la existencia, con la intención de disponernos a ser espectadores de paisajes donde percibimos el dolor del ser moderno, la desesperanza, pero también la esperanza de contemplarnos a través de la palabra, otorgándole un nuevo sentido a las cosas. “Alguna vez fuimos caníbales,/ tiernos e inocentes animales que se dejaban llevar/ por la ceremonia de la vida.” Nos señala la poeta como una forma de retornar a nuestros orígenes, desde allí la vida se percibe a través de instantes donde todo transcurre de manera plácida, casi imperceptible, el sujeto en su mirada más primigenia, donde pareciera que el destino está predeterminado como una ceremonia.  

En el segundo capítulo. “La revelación del fuego”: El sujeto se ve enfrentado a la angustia de la existencia, “somos tortuosamente circulares”, como un pensamiento que redunda en nosotros hasta “saturar las palabras”. En estas páginas, “Todo es ver y quemar,/encender y entender./ Luz que ciega desde una hoguera continua/ para envolver en su rito la piel/ de los transeúntes esparcidos tras las brasas del artificio..."
La poesía nos permite estar atentos a los cambios del sistema, a mirarnos más allá de sí mismos, todo esto con el objeto de comprender aquello que habitamos y nos habita, con la intención de construir identidad, desde la existencia misma del poema.

En el discurso poético de Lila Calderón se inscriben una serie de elementos que van mucho más allá de una línea formal de creación, otorgándole un sello particular a su escritura, esto hace que nuestra experiencia lectora se traslade al mundo de la magia, la alquimia, la religión, la mitología, entre otros cuerpos temáticos que recorren sus textos. Cito:“Una fotografía sobreexpuesta/ se instala en la memoria./ Alquimia resignada donde se desvanecen iris/ o dilatan pupilas,/ y todo contraste que aliente la comparación/ en el desconcierto del blanco y negro/ que la muerte esculpe/ a la luz del nuevo día”.
El sentido de orfandad del ser actual está implícito en estas páginas, los sujetos se mueven entre confusos túneles desde los cuales hay que liberarlos, porque el poema está allí, entre nosotros, vigilante. Acechando las reflexiones de lo real e irreal. Cito:“Y entre tanto silencio,/ una danza de clones/ se mirarán uno a uno/ con la angustia existencia/ de una célula madre perdida” La escritura es una testigo silenciosa que transita como un ser sigiloso por la vida, atenta al acontecer, a devolvernos las emociones que algún día fueron sujetos adentro del mundo, lugar de encuentro para que otros vuelvan a reencontrarse con sus orígenes. Es así como la poesía se llena de símbolos y esencias que van configurando cuadros dialogantes más allá del discurso implícito en las palabras.

“El agua o la fuente de lectura”, es otro capítulo que nos adentra en la lectura de este animal cautivo, sin tiempos controlables donde transitar, sin rutas certeras, aquí, lo abisal es el desafío, la pregunta que nadie responde,  “Entre charcos de lluvia y reflejos/ encontraron una frase,/ una oración atávica./ Convertida en imagen/ vieron proyectarse/ una mujer de barro que soñaba/ con el cielo rociado desde una copa de oro…”  Animal Cautivo es la imagen que nos traslada al sujeto de hoy. Interpreta la realidad de aquellos que coexisten desde las interacciones, escapando de su yo para enunciar las circunstancias del otro, porque: “…Todo ocurre simultáneamente en algo que ya no es presente/ sino vida/ Aguas del libro prometido”.  La poeta se identifica con temáticas que determinan lo colectivo y lo individual de nuestra cultura americana, desde un discurso en donde la armonía de lo ritual, se impone con un sesgo ancestral que muchas veces va más allá del imaginario lector.

La animalidad del ser se construye y desconstruye constantemente como una forma de proponer otra realidad, aquella que denuncia la fragmentación de los sujetos sociales y la escasa o nula pertenencia a su terruño.
“Y quien haya incendiado/ sus originales secretos tallados en tablillas,/ o grabados en papiro,/ los verá caer allí otra vez/ Como Lluvia/ o  extenderse/ a modo de subtítulos de vapor/ sobre el cielo o el recuerdo/ bañándose en las mismas aguas del principio/ donde nosotros los de entonces volvemos a ser los mismos”. En su discurso literario la poeta nos introduce en la magia de la creación en donde los íconos y el concepto se unen a través de una mirada, en ocasiones cinematográfica, para mostrarnos una percepción del cosmos y de los sujetos que se adentran en esa dimensión.

En el capítulo: “La era del aire”: “Alguien advirtió los peligros del ciberespacio/ y adelantó su protesta como una profecía…” La poesía de Lila Calderón trasciende los espacios de la realidad, aquí la palabra circula como una órbita que va llenando los zonas que se interrogan a sí mismas.“Cito:… Las palabras nos sobrevuelan/ flotan en el espacio/ navegan buscando el gran secreto”. En estos versos la poesía es vista como una divinidad que nos permite humanizar los entornos, socializar nuestros sentimientos y emociones más allá del discurso poético.

En “La lejana mitología”: nos señala: “Soy una estrella extinguida/ que con su luz cruza el tiempo/ que no existe ni hoy ni mañana ni siempre…”.La negación del tiempo mediante la enunciación de aquello que no existe, que se ha extinguido, o que no logramos percibir con claridad, nos transmite la sensación de ser sujetos mutantes, a través de la palabra nos trasladamos más allá del tiempo, mientras los hechos transcurren perceptibles e imperceptibles a nuestro ser temporal. “Bastarían unas cuantas flores sobre el césped/ unas alas lo suficientemente fuertes/ como para  trasladar a dos fantasmas por la vida…” El discurso poético es rotundo para enunciar las cosas y además metamorfosearlas con la intención de transformar la realidad para darle un nuevo sentido, una nueva construcción a los hechos y las situaciones vividas.

En el último capítulo: “Epílogo”: Pareciera que en esta ocasión el epílogo es otra forma de volver la mirada hacia nuestras subjetividades, a pensar el discurso poético como una forma regenerativa permanente, una manera simultánea de crear y recrear la palabra desde sí misma, desde las infinitas formas de sentir y de involucrarnos en la creación literaria porque, como nos dice la autora:“A veces creo que me voy a abandonar al abrir los ojos./ Pero no es ése el escape. Es sólo otra puerta…”


Publicado en Pluma y Pincel

viernes, octubre 01, 2010

Tercer Aquelarre



Un recuerdo breve del tercer Aquelarre, trabajo audiovisual del equipo de  Constanza Vargas y Óscar Sanhueza, colaboradores permanentes de la Joven Avanzada Brujeril.
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