Amarrados
“Amarrados”, la primera novela de Juan Ignacio Pomés -joven escritor, estudiante de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile, a quien conocemos también como poeta-, nos transporta a un perturbador mundo fantástico, donde los personajes se relacionan erráticamente deambulando por espacios desconocidos donde la vida y la muerte son permanentemente cuestionadas. La atmósfera onírica en la que transcurre la historia recuerda ciertos escenarios de las pinturas de Paul Delvaux, con figuras que se desplazan en trance o vagan hipnotizadas en medio de la noche buscando una calle, un nombre, una ciudad, un portal. Es también el territorio de la incertidumbre donde todo puede suceder por medio de una fórmula mágica o una antigua maldición. Así, es posible que se abra un laberinto, una pared o un túnel para dar paso a entidades metafísicas, que se aventuran en cruces interdimensionales para lograr cumplir con sus designios.
La novela “Amarrados”, urde un gobelino con personajes esperpénticos y tiernos que vuelan, flotan o estallan porque están migrando, abandonando el cuerpo, y algunos, según anuncia el narrador: “explotan en un millón de mariposas celestes que se elevan, otros en plumas plateadas que desaparecen antes de tocar el suelo”. Por momentos he recordado también a Leonora Carrington, en su despliegue de elementos surrealistas, además del uso de un humor absurdo que no da tregua en medio de la noche, con frecuentes ritos a la luz de la luna, donde sabemos de espectros, apariciones de homúnculos, elementales, y esqueletos a punto de ascender. Sin embargo, todo el tortuoso deambular está “marcado por el amor, la amistad y la aventura”, como se lee en la contraportada de este libro, que es el primer título de la colección “Voces Propias”, de Ediciones Radio Universidad de Chile, proyecto que se inicia con el fin de difundir y estimular la creación de nuevos autores.
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